lunes, 24 de abril de 2023

Agonías de mi madre

AGONÍAS DE MI MADRE


 

Pura Bautista González

AMÉRICA REDESCUBIERTA 

(12 de octubre de 2008)

 

Más cerca que lejos de los ochenta

y eres ya América redescubierta,

la viva imagen de tu difunta madre

perdida en un mundo de celajes.

Luces que al pronto se vienen y van,

destellos de una memoria fugaz.

Eres, madre, moneda sin efigie

ajada por vitales cicatrices.

¿Qué cosas te pasan por la cabeza

ahora que se nubla tu existencia?

Seguro que piensas sumisa en tu esposo:

¿Quién soportará sus prisas y enojos?

¿Quién le servirá puntual la comida?

Nada hay más importante en tu vida.

¿Por qué sin embargo se muestra tan frío?

¿Por qué le cuesta mostrarte cariño?

¿Te culpa acaso de que tu hijo Armando

haya venido al mundo con  retraso?

…Pero si es el hombre de la casa,

el que más los aprecia y acompaña.

Recobra, madre, tu espada de fuego,

tus rectos principios de dama de hierro.

Aunque alguna vez los haya sufrido,

dame argumentos, pelea conmigo.

Canta orgullosa “Banderas al viento”,

recita tu sarta de padrenuestros,

pero, madre, por lo que tú más quieras,

regresa a la luz y coge las riendas,

porque me temo que sin ti a su lado

no serán nadie mi padre y mi hermano.

 

VOLADORES DE ESPERANZA

 (20 de octubre 2008)


La noche es más noche sin estrellas.

Desespero porque alguna se prenda.

¡Si tan siquiera el lucero del alba

despuntase anunciando un mañana!

 

Para alumbrarte el camino de vuelta

desde tu confuso espacio en tiniebla

tiraremos sin parar voladores 

hasta que desaparezca tu noche.

 

¡Por verte lúcida,  madre del alma,

mantendremos encendida la esperanza!

 

NOCHE TRISTE 

(Hospital de Maspalomas, 31 de octubre de 2008)

 

¡Cuánto duele oír la queja

en su lecho dolorida

de una mujer tan resuelta!

¡No puedo más!, nos avisas.

¿Esto nunca va a acabar?

¡Por tus hijos que te admiran,

no te dejes derrotar!

Estaremos a tu lado

hasta que sanes, Mamá.

Te prometo por Armando

que si pones de tu parte

ya no habrá más desamparos.

Sabré ponerme delante

y evitarte destemplanzas 

e improperios de mi padre.

Sabré decirte a la cara:

¡Cuánto te quiero, mi vieja…

princesa guanche de Gáldar!

 

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