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miércoles, 16 de marzo de 2022

Acerca de la gesta de Rodrigo de Barrios

SOBRE EL INFAME CONQUISTADOR RODRIGO DE BARRIOS

Faneque Hernández Bautista

Cebrián Latasa en su obra magna “Ensayo para un diccionario de conquistadores de Canarias” nos dice lo siguiente acerca de este personaje:

“Conquistador de Tenerife. Por la Reformación de 1506 sabemos que Rodrigo ya había muerto. El 28 de mayo el reformador confirmó a su viuda las tres fanegas de tierra en Taoro recibidas por Rodrigo en su día como hombre casado. Casó con Isabel de los Olivos hija del irlandés William Peck. Hijos: 1) Ana de Barrios casada con el portugués García Rodrígues de Lemos. 2) Juan Rodríguez de Barrios casado con Francisca Hernández, hija de Francisco Yánez Arellano y de Isabel Fernández. 3) Francisco Rodríguez de Barrios casado con Catalina González de Escobar y 4) Diego Rodríguez”

Carlo Gaviño de Franchi, en su ponencia “Noticia sobre la variopinta estirpe  del conquistador Rodrigo de Barrios” presentada en el II Encuentro de Genealogía Gran Canaria, nos describe las dudosas hazañas de este personaje y de sus once compinches durante un robo de ganado en las estribaciones de Anaga y nos completa, y en este empeño de forma magistral, el cuadro de su descendencia, corrigiendo entre otros al mismo Cebrián Latasa para establecer que Diego de Barrios tuvo solo dos hijos conocidos, Ana de Barrios y Juan Rodríguez de Barrios, puesto que Francisco Rodríguez de Barrios fue un hijo y no un hermano del antedicho y del tal Diego Rodríguez nada se sabe.

Aporta asimismo el prestigioso genealogista  la probable filiación de Isabel de Los Olivos, la esposa de Diego de Barrios, a quien llamaban la flamenca, hija indubitada de William Peck (Guillermo Pérez) y de una mujer que resulta ser pariente muy próximo, probablemente se trate de una hermana, del judeoconverso Antón de los Olivos, repoblador de Tenerife, de ahí su apellido, corrigiendo entre ambos, Latasa y De Franchi, al historiador Núñez de la Peña  cuando este afirmaba que Isabel era hija del susodicho Antón.

En relación a los hechos de guerra descritos y en clara contraposición con la imagen caballeresca que de Rodrigo Barrios nos da el ponente citado, quien lo llama “valiente guerrero español”, nosotros sostenemos una versión bien diferente y es que este personaje es el insensato que con una cuadrilla de soldados del ejército invasor de Tenerife se adentra en los territorios del reino aliado de Anaga para robar ganado en una incursión que se realiza en torno a mediados o finales del año 1495. En esas fechas, cuando tienen lugar los presuntos hechos, Anaga era efectivamente un reino guanche de paz merced a las gestiones diplomáticas que habían sido realizadas un año antes por don Fernando Guadarteme. 


Rodrigo de Barrios y sus once conmilitones, siguiendo la descripción interesada de Núñez de la Peña, formaban parte del mismo rancho y debían estar pasando mucha hambre, como toda la guarnición de Santa Cruz durante la segunda campaña, cuando decidieron por su cuenta y riesgo ir a la rapiña de ganados en la sierra de Anaga a pesar de saber que este era territorio amigo. Al encontrarse con unos pastores, los aprisionan y junto con el ganado de cabras que apacentaban, inician el camino de vuelta. El rey de Anaga  con una columna de leales les sale entonces al paso cerca del Valle de San Andrés, todo esto según la dudosa crónica de Núñez de la Peña, y a pesar de que el rey promete no agraviarlos si sueltan a los prisioneros y les devuelven el ganado, los doce soldados castellanos, que no españoles, atacan a los “más de doscientos indígenas” aliados que los rodean y los masacran con sus tiros de ballesta desde una altura, dejando "más de setenta muertos y multitud de heridos" en la ladera para regresar victoriosos al campamento de Santa Cruz conduciendo un rebaño “de más de 400 cabezas de ganado”. 

En nuestra opinión, la verdadera hazaña de Rodrigo de Barrios y sus secuaces, si es que la hubo, fue atacar impunemente a unos pastores del bando aliado de Anaga por mor del hambre que estaban pasando para robarles ganado. No debe pues extrañarse el articulista de que los méritos de guerra de tales felones no fuesen convenientemente premiados en los repartimientos posteriores a la conquista. Bien al contrario, debían haber sido defenestrados por ello, puesto que pusieron en peligro durante la campaña final de la conquista de Tenerife la alianza estratégica con uno de los reinos guanches de paces.

Del mismo modo que el poeta Viana hace una loa de Lope Hernández de La Guerra por intereses pecuniarios, Núñez de la Peña la hace de Rodrigo de Barrios por intereses igualmente espurios al parecer relacionados con su propia genealogía, inventando gestas inexistentes del ladrón de ganado que fue su ancestro hasta el punto de que el historiador por excelencia de la conquista de Tenerife, el venerable Antonio Rumeu de Armas, ni siquiera hable de esta trama ni de sus actores en su obra magna. 

Sirva este fragmento de  “Conquista y Antigüedades…”, en el capítulo IV, en el apartado correspondiente al año 1505, para saber a qué atenernos:

“Antón de los Olivos fue mayordomo del Cabildo, fue casado, cónstame por instrumentos, fueron sus hijos Diego de los Olivos, Isabel de lo Olivos. Del hijo desciende el capitán don Tomás Boulen, el capitán don Luis Boulen y doña Sebastiana de Llerena mujer del capitán don Carlos Briones, y el capitán don Juan Colombo regidor y otros.

La dicha Isabel de los Olivos casó dos veces la primera con Rodrigo de Barrios, fue de los conquistadores más señalados en esta isla; son sus descendientes el licenciado Rodrigo de Barrios, comisario del Santo Oficio, y el capitán Juan Núñez de la Peña en esta ciudad; y el capitán don Juan de Molina Calzadilla en La Orotava, y doña Ana de Barrios Mata en Canaria y otras muchas personas…”

En apoyo de nuestro planteamiento debe considerarse que la glosa de los asaltantes que hace Núñez de la Peña se exacerba en reiteradas ocasiones a lo largo de su obra al hablar de su ancestro Rodrigo de Barrios ninguneando a sus compinches a los que tan solo cita de pasada: Juan de Guzmán, Diego Fernández de Manzanillo, Juan de Llarena, Francisco Melián, Francisco del Portillo, Gonzalo Muñoz, Juan Méndez, Diego de Solís, Lope de Fuentes, Rodrigo de Burguillos y Alonso Fernández Gallego. Tiene además la desfachatez de incluirse a sí mismo, Juan Núñez de la Peña, como ilustre descendiente del cuatrero.

En la p. 409 de su obra nos describe el genealogista su entronque con los Barrios:

Año de 1558

El capitán Rodrigo Núñez de la Peña, alcaide que fue del castillo principal de la Luz de Canaria por los años 1517 y 1518, de donde pasó a avecindarse a esta isla de Tenerife, fue alcalde y guarda mayor de la Orotava por el adelantado Pedro Fdez de Lugo en abril de 1527 y por el gobernador don Juan Verdugo en 1540… con su mujer tuvieron seis hijos y cuatro hijas. (…) El tercer hijo fue Francisco Núñez de la Peña que sirvió a su majestad de capitán (…) fue casado dos veces, fueron sus hijos Rodrigo Núñez de la Peña, Antón Núñez, doña Laura y doña Francisca de Peña que no tuvieron sucesión y Francisco Núñez de la Peña que casó con Magdalena Rodríguez de Barrios, descendiente de Rodrigo de Barrios, conquistador que fue de esta isla y de su mujer Isabel de los Olivos; tuvieron cuatro hijos…El cuarto hijo es el capitán Juan Nuñez de la Peña que casó con doña María de Solís natural de la ciudad de Córdoba, padres del doctor Francisco Núñez de la Peña y de mí Juan Núñez de la Peña y …

En el trabajo de Dacio V Darias y Padrón “El historiador Núñez de la Peña y su tiempo” publicado en Revista de Historia Tomo 11 Año 18 nº 069 (1945) encontramos en la  p.4 esta referencia a la partida de bautismo del historiador donde el cura y el padrino resultan ser parientes muy próximos de apellido Barrios:

“Cuando el 31 de mayo de 1641 el beneficiado de Ntra. Sra.  de los Remedios en la ciudad de San Cristóbal de La laguna, licenciado Diego Felipe de Barrios, vertía las aguas bautismales mediante las solemnes ceremonias del rito católico sobre la cabeza de un infante recién nacido a quien impuso el nombre de Juan, hijo legítimo de Juan Núñez de la Peña y de su esposa María Solís mientras que lo sostenía en la pila el licenciado Diego Martín de Barrios (libro 10 de bautismos, folio 50) nadie de seguro sospecharía que aquel tierno párvulo que andando el tiempo había de ser conocido como el licenciado Juan Núñez de la Peña, eterno manteísta o clérigo de menores, sin embargo, habría de dejar marcada su huella en la historia literaria de las letras tinerfeñas como uno de los genuinos historiadores canarios y significado como una de las mayores autoridades de su tiempo en la a veces intrincada Genealogía y sus relaciones”.

Todos los cuatreros que fueron señalados por Núñez de la Peña como héroes forman parte ciertamente de la nómina de conquistadores de Tenerife que confecciona Cebrián Latasa, ejerciendo en ella como peones, de ahí su escasa prenda en los repartimientos; con la excepción de Juan Méndez que era conquistador con caballo y armas, habiendo obtenido por ello mayores reconocimientos. Ninguno de los citados consta en la obra de Cebrián Latasa como participante en la supuesta valerosa matanza de guanches en Anaga. Es decir, Nuñez de la Peña tiene al respecto nula credibilidad entre los  historiadores de Canarias con la excepción de Viera y Clavijo que repite sus asertos, como bien dice Gaviño de Franchi, “al pie de la letra”.

Todos los cuatreros antedichos son castellanos u hombres de las islas, con la excepción de Juan de Guzmán que bien podría ser el indígena canario de tal nombre, sobrino de Juana la canaria (Abenchara) cuyo ahorramiento reclamó y obtuvo en 1491, que fue fundador de Buenavista donde hizo su casa morada, según Latasa. 

Por último, reseñaremos en estas líneas que para saber algo más acerca de la línea grancanaria de la retataranieta del infame Rodrigo de Barrios, llamada Ana de Barrios Mata, quien casó con Antonio de Vargas, y de la hija de estos llamada Úrsula de Vargas, la cual casó en 1665 con Gaspar Hernández de Timagada, los lectores pueden acudir al artículo de Pedro Socorro publicado en este mismo blog titulado “Timagade: de topónimo aborigen a apellido”