Regalo para mi nieta Ithaisa nacida hoy
FANEQUE HERNÁNDEZ BAUTISTA
Nayra con sus padres ante un endrino en flor un día antes de dar a luz en la ciudad de la luz. |
Hacemos hoy un largo recorrido por la escala genealógica para cubrir los 500 años de historia que van desde la anexión de la isla de Gran Canaria a la Corona de Castilla hasta nuestros días. La elevada altura de la escala (20 peldaños) viene dada por el hecho de que se trata de una línea exclusivamente femenina. Los ciclos vitales de la mujer determinan una edad fértil que en tiempos pasados no solía superar los 40 años. Teniendo en cuenta además que los matrimonios no eran muy precoces (sobre los 20 años por término medio para las primeras nupcias) debemos concluir que a lo largo de la Edad Moderna cada mujer, si no fallece de fiebres puerperales, causa primera de mortalidad femenina, podía procrear hijos durante dos décadas, periodo que en las líneas masculinas puede superar los treinta de promedio.
El objetivo de esta modesta investigación no es solo el de investigar una singular línea exclusivamente materna, cosa que no se prodiga mucho en la genealogía tradicional afectada de un bochornoso sexismo patriarcal, sino además el de presentar con júbilo en sociedad (me refiero a las redes sociales) a la persona que ocupa la base de la escala: mi nieta nacida hoy 9 de marzo de 2021, mi primera nieta, hija de mi hija mayor, Nayra Hernández Santana, quien, según su análisis de ADN, resulta tener un haplotipo mitocondrial tipificado como H a secas por los genetistas, de modo que tenemos la certeza de que sus ancestros femeninos en muchas generaciones son asimismo poseedores de este carácter.
¿Qué sabemos de este haplotipo? En el mapa de distribución genética hace 500 años, antes de los viajes interoceánicos y de la conquista de las Islas Canarias, este haplotipo H identificaba a poblaciones procedentes de Próximo Oriente que después del culmen de la era glacial se extendieron por todo el occidente europeo, siendo el grupo prevalente en nuestros días. La migración de estas poblaciones no se detuvo en el estrecho de Gibraltar sino que, cruzándolo de norte a sur, colonizó igualmente el África noroccidental. Hoy en día puede encontrarse por tanto este haplotipo H en poblaciones bereberes del Magreb. Lo sorprendente en el estudio realizado por Rosa Fregel y su equipo de la ULPGC es que está presente igualmente en un 10 % de las momias indígenas canarias que se han estudiado. Es decir, que el haplotipo de mi nieta Ithaisa puede provenir de una pobladora europea, de una esclava norteafricana o de una mujer indígena. Alcanzar el techo del 1500 con documentación fiable de este linaje puede llevarnos a la resolución del enigma.
La respuesta que nos da la investigación genealógica, después de años de estudio de este linaje, si no estamos errados en alguno de los pasos superiores, es la primera:
María de la Paz, nacida sobre 1540, es hija de los jienenses Juan Gutiérrez de Balboa y Mariana Alonso de Quesada. María de la Paz Balboa casó con Andrés López Buenosvinos, el mozo, hijo de Andrés López Buenosvinos, el viejo, y Elvira Jiménez de Fonseca. Hijos de esta pareja afincada en Las Palmas fueron un niño llamado Dionisio, bautizado en 1570; Marina de Balboa, por quien sigue la línea, bautizada en 1573; Sebastiana López, bautizada en 1576; y Melchora de la Paz Balboa, bautizada en 1580.
Marina de Balboa, la nacida en las Palmas en 1573, por quien sigue la línea, casó con Cristóbal García de Ojeda y tuvo con él, como se acredita en el testamento de Cristóbal de 1602, cuatro hijos: Leonor, Andrés, María de la Paz y Diego que eran menores por entonces. Leonor la primera de la serie nacida en Las Palmas en 1592 es la que nosotros identificamos como Leonor de Ojeda, la que será la esposa de Juan Domínguez Falcón, con quien habría tenido su primer hijo en 1606 siendo muy joven, y probablemente soltera, con tan solo 14 años.
Los siguientes peldaños están todos bien afirmados hasta llegar a la base.