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lunes, 9 de agosto de 2021

Los negros del barranco de Tirajana

LOS NEGROS DEL BARRANCO

FANEQUE HERNÁNDEZ BAUTISTA Y JUAN RAMÓN GARCÍA TORRES

 


FRAGMENTO DEL TEXTO DE PRESENTACIÓN POR PARTE DE FANEQUE HDEZ EN EL AÑO 2008 DEL LIBRO “AGÜIMES EN EL CORAZÓN” DE DON FRANCISCO TARAJANO PÉREZ

(En la Casa-Museo Orlando Hernández, en presencia del autor don Francisco Tarajano, q.e.p.d, y del alcalde por entonces de Agüimes Antonio Morales Méndez)

De esta obra portentosa, que abarca múltiples facetas de la idiosincrasia de este pueblo, voy a destacar, entre otros,  el capítulo titulado: Antón Pérez Cabeza, esclavo liberto.

Nos habla en él don Francisco de un tal Antón Pérez Cabeza, propietario de plantaciones de caña de azúcar en Sardina, caña que se llevaba a moler al ingenio que poseía en sociedad con el portugués Alonso Matos en la Vega de Aguatona. Estamos hablando de algo que ocurre hace más de 500 años, a principios del siglo XVI. De los esclavos con que contaba este rico hacendado figuraba uno, de raza negra, al que al parecer le concedió la libertad. En agradecimiento, el esclavo liberto tomó el nombre y apellidos de su amo, quizá porque muy probablemente fuera de su propia sangre.

Las indagaciones del cronista en los archivos nos aportan valiosa información sobre el asunto. Aparece un descendiente homónimo de dicho esclavo, ya liberto, casado con Juana García, también negra, con quien tuvo varios hijos que serían bautizados en la parroquia de San Sebastián de Agüimes. Casaría posteriormente en segundas nupcias con Antonia Mendoza. En 1605 Antón adquiere a tributo una finca en el Barranco de Tirajana al regidor Marcos de León y hasta allí se trasladaría con su familia. Muere en 1666 siendo enterrado en la iglesia de Agüimes. Sus descendientes fueron conocidos como “los negros del Barranco”.

En las Actas del Pleito de los Curatos de Tirajana y Agüimes, que ganó Tunte, se hace constar la declaración de Ángel Perera, vecino de Agüimes, quien “oyó decir que el cura de Agüimes no quiso defender el pleito diciendo que por cuatro negros no había de gastar su dinero”.

La mayoría de los testigos afirma que el primer vecino del barranco fue efectivamente Antón Pérez Cabeza con sus hijos y nietos. En 1693 una nieta de este personaje, Juana García, nos describe a preguntas del alguacil en el mencionado Pleito, el sentimiento de pertenencia a Agüimes de dichos pobladores de Tirajana.

Destacamos de dicha descripción el relato que hizo la declarante para justificar su deseo de pertenencia a la parroquia de Agüimes. Nos cuenta que desde Sardina y Aldea Blanca hasta Tunte hay cuatro leguas de camino con un barranco de por medio, y que la testigo vio, hará 40 o 50 años, “cómo un corregidor que llamaban Capotito, que de su nombre no se acuerda, fue a visitar Tirajana, y que queriéndose ir, vino un temporal que corrió el barranco y estuvo esperando para poderlo pasar 25 días, y viéndose afligido, al cabo de ese tiempo se aprestó a pasarlo y entrando un criado con un burro se lo llevó el barranco, por cuya causa desistió hasta que amainó, que le parece que estuvo más de un mes hasta que finalmente pudo pasar”. 

La escena, aunque pudiera haberse exagerado para evitar que el cura de Tunte incorporase a su jurisdicción a los habitantes de Tirajana, desde Cueva Grande (Ansite) hasta Aldea Blanca, es de una belleza literaria indescriptible. Es puro realismo mágico que evoca la lucha de los pobladores de Macondo en Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez.