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sábado, 4 de junio de 2022

El drago milenario. Égloga y epopeya canaria

EL DRAGO MILENARIO

Autor del Poema: Faneque Hernández

 

Pintura de Alberto Lacave

I

En medio del  proceloso Atlántico

alzado sobre profundas raíces,

crece en las islas un árbol sagrado

que entrelaza milenarias estirpes 

abiertas en ramaje septenario.

Bajo sus frondas, en pródiga urdimbre

bulle una naturaleza indómita

que tarda ya en reconocer la Historia.

 

II

Es Cairasco en su égloga canaria

quien evoca los valles nemorosos

bajo un toldo de nubes relevadas,

nervados de tan prístinos arroyos

que, con su incesante y serena riada, 

densa fronda entretejen en su entorno.

¡Así era aquel País de la Fortuna

que fue de mis ancestros verde cuna!

 

III

Sublime poeta ítalo-canario

que nos abres las sendas del recuerdo

imponiendo a los montes elevados

regia corona de fayas y brezos,

y diademas de til y barbusano

a los valles del verde barlovento

que absorben de las brumas argentadas

raudales de preciosa tarosada.

 

IV

Reinando altivo en las cotas cimeras,

por más que azote el frío del invierno

es siempre su copa preciosa gema

de verde olivino ramas al viento;

y no arderá su corazón de tea

aunque al  bosque… ¡condenen al infierno!

¡Mástil señero que extiende su sombra

sobre un manto de enchumbada pinocha!

 

V

Ataviada con áureos colgantes,

que en los estíos alfombran la tierra,

con su talle estrecho y cimbreante

y su verde y undosa cabellera

anuncia la fontana al caminante

y el abrevadero a cabras y ovejas.

¡Palma sagrada que vence al desierto,

oasis de paz al soco del viento!

 

VI

Rematan las puntas verdes estrellas

de cada una de las ramas del drago.

Exudan sangre las llagas abiertas

en su tronco hinchado, ya milenario,

pues quedan muy pocos árboles-hierba

con los que hablar de las cosas de antaño.

¡Endémica planta antediluviana,

viva enseña de identidad canaria!

 

VII

En estas tierras del medio insular

el árbol sagrado ahonda  raíces,

echando ramas en torno a un pilar

henchido de roja savia aborigen,

sangre de drago, que fluye tenaz

en las entrañas de una altiva estirpe

que dio a esta isla título de grandeza

por su larga y heroica resistencia. 

 

VIII

Aún no se han extinguido los incendios

ni el acre olor a la tierra quemada

conque la paz fue dada al insurrecto

en el nombre de una Santa Cruzada,

cuando impone Guadarteme el acuerdo

por el que se intercambian las alianzas

las damas de la aborigen nobleza

con los nuevos Señores de la Guerra.

 

IX 

¡Cuántas son las jóvenes indígenas

esposadas a hidalgos muertos de hambre

ansiosos por unirse a la familia

de los aún poderosos Semidanes!

La más sentida muestra es Guayarmina,

de cristiana, Margarita Fernández,

quien pierde su regio nombre canario

con bautismo y matrimonio en el acto.

 

X

Y este es tan solo un caso constatado

por venir de nativa aristocracia,

pero se le impuso nombre castellano

a toda la población de Canarias.

Se evidencia lo que siempre nos negaron.

¡No hubo nunca exterminio de la raza

sino cruel y salvaje imposición

de costumbres, de lengua y religión!

 

XI

En cinco centurias de recorrido

por el libro de historia de las islas

son ya casi incontables apellidos

los que cuelgan del drago de familia.

¡Qué  importa cuál sea el patronímico

que da siempre al varón la primacía,

cuando tenemos, inscrita en el alma,

adoración por la Venus de Tara!

 

XII

Dominan dicha lista hijosdalgo,

oriundos de las tierras de Castilla,

sin remedio soldados mercenarios

por no haber más opción que la milicia

al revés que supone el mayorazgo

que le otorga al mayor de la familia

la propiedad de todo el señorío

y al resto lo condena al ostracismo.

 

XIII

También el portugués es recio roble

de nuestra intrincada arboleda humana.

Desde antes que fueran españoles

de la Corona Unida de los Austrias,

alzaron con ingenio plantaciones

de oro blanco en los valles de Canarias.

¡Y aportando su vena laboriosa

nos donaron acento y parsimonia! 

 

XIV

No puede faltar en la relación

recuento de africanos ascendientes

que parte buena forman del crisol.

Los esclavos negros y  bereberes

adquirieron con sangre y con sudor

su derecho a gozar de los laureles

y las aguas rumorosas del bosque 

al que el genearca Doramas da nombre.

 

XV

En el tesoro de pueblos que llegan

brillan los mercaderes genoveses,

gente hacendosa, de mente despierta,

que cosecha crecidos intereses

en los repartos de aguas y tierras

y en la compra de cargos y poderes.

¡Bartolomé Cairasco es magno ejemplo

de itálica presencia en nuestro acervo!

 

XVI

Es el propio literato quien se ufana

de también tener nativos ancestros

cuando emplea la lengua vernácula 

en “La Comedia del Recibimiento”,

poniendo en boca del héroe Doramas

rezados que le oyera de pequeño 

a su venerada abuela materna,

¡de benaorita estirpe!, por más señas.

 

XVII

“Infaca, Doramas”, ruega una ninfa

al indomable guerrero de Arucas.

“Renace de tus gloriosas cenizas

para escudar a los hombres que luchan

por  paz y prosperidad en la vida

sin distinciones de credo o de cuna.

¡Más allá del lugar del que procedan

lo que importa es su amor por esta tierra!”

 

XVIII

Hoy, después de calimas de desprecio

a la sangre de los antepasados,

lanzamos a los vientos el anhelo

de ser una voz en el Atlántico,

revelando en arbóreo manifiesto,

en sonoras octavas cultivado,

la pervivencia de la noble raza

indígena de las Islas Canarias,

 

XIX

que en crisol de fecundo mestizaje

con la llama de nuevos pobladores

se funde en el país de los atlantes

al calor de encendidas tradiciones,

del ígneo poder de sus volcanes,

y de la oriflama que luce un broche,

un nimbo de estelares  esmeraldas,

prendido en el azul que nos abraza.

 

XX

Y en cada orilla, campos de retama,

al orto, de ardiente flor amarilla,

al ocaso, de nevada flor blanca,

rebrotan en la tierra agradecida

que en guirnalda de colores estalla

en cuanto cae la más leve llovizna.

¡Aquí estaremos, regando conciencias,

por que esta enseña… por siempre florezca!