Prólogo de Mariano Gambín
No es fácil en estos tiempos tropezarse con estudios rigurosos y pormenorizados de la genealogía de nuestros antepasados. Si plantearse la búsqueda de los retazos de nuestro pasado en los olvidados archivos es tarea poco menos que imposible para los no iniciados, cuando aparecen unos estudiosos que dominan la documentación centenaria como si su contenido de anteayer se tratase, es un evento digno de celebración.
Y hay que celebrar que Faneque Hernández Bautista y Juan Ramón García Torres hayan dedicado muchos años de su vida al estudio de papeles antiquísimos, estimulados por la curiosidad imprescindible en toda actividad científica, y porque, siendo perseverantes, han descubierto algo que sospechaban: hurgando en las descendencias isleñas han descubierto que sus antecesores, como muchos de los canarios de hoy día, se remontan, cuando menos, a la época de la llegada de los europeos y que esos antecesores de hace cinco siglos lo son de todos los canarios en general.
Pero ese logro aparece casi tangencial en la obra de Faneque y Juan Ramón. En su busca inasequible al desaliento, han logrado encontrar y engarzar miles de datos de hombres y mujeres canarios que vivieron y murieron muchos siglos atrás, y que ellos hacen revivir con una sorprendente cercanía, dándoles un retrato, a veces parcial, a veces más profundo, haciéndonoslos reconocibles como nuestros abuelos, en pocas palabras. Un dato aislado procedente de una escritura notarial del siglo XVII, o del siglo XVIII, puede arrojar una luz que Faneque y Juan Ramón recogen para iluminar un oscuro episodio, casi olvidado, que ocurrió más de cuatrocientos o quinientos años en el pasado.
Los que conocemos el trabajo de archivo sabemos que este tipo de descubrimientos no se debe a la casualidad. Detrás existe un trabajo de búsqueda incansable en esos extraños lugares llamados archivos donde se custodian esos papeles antiguos, de escritura imposible, y que dan una pequeña alegría por cada mil sinsabores, pero que cunden, y con un mínimo detalle se logra resolver alguno de los incontables misterios que nos plantea nuestro pasado.
Faneque Hernández Bautista y Juan Ramón García Torres son unos enamorados de Gran Canaria y de los grancanarios. No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de ello. Y ese amor por su tierra lo han volcado en el esfuerzo, impagable e impagado, de poner por escrito el conjunto de sus hallazgos y de sus conclusiones interpretativas. Y ahí está el mérito: en publicar su pensamiento, basado en meditaciones sustentadas en análisis concienzudos y en propuestas imaginativas, pero lógicas, para cubrir las lagunas en los lugares donde no llega el documento.
El libro que el lector tiene en sus manos es una obra que se tarda muchos años, por no decir decenios, en escribir. Valoremos como se merece el tesón de unos investigadores canarios que tratan de explicar nuestro presente desempolvando (y les puedo asegurar que han tragado mucho polvo) nuestro pasado, que nos pertenece a todos, porque sin el esfuerzo de hombres y mujeres como ellos que se pelean a diario con los viejos papeles el conocimiento que nos aportan tal vez se habría perdido para siempre.