POEMAS A JUAN DE QUINTANA
Dibujo de Pepe Socorro |
AL ENCUENTRO DEL CONQUISTADOR
Releyendo los versos de Machado
me dispongo a bordear el Moncayo
para ir al encuentro de mi ancestro
en la soriana villa de Buberos.
Hará como quinientos cincuenta años
partió de allí uno de sus hidalgos,
el aventurero Juan de Quintana,
con servidores, caballos y armas.
Desde Buberos cruzó ambas mesetas
para encontrar la mar por vez primera
y embarcar con su hueste en regia armada
rumbo a la conquista de Gran Canaria.
No se le atribuyen acciones heroicas
al frente de las castellanas hordas
mas, como botín de guerra, reclama
y gana tierras en Tamaragáldar
y una consorte de sangre real,
la hija de Maninidra Semidán.
Su nuevo nombre es María González
por más que prefiera Ithaisa llamarse.
Se impone con su forzoso bautismo
la pérdida de lengua y libre destino
no solo de la muchacha aborigen.
Toda Canaria fue presa del crimen.
RECAPITULACIÓN
Quien estos versos escribe es el nieto
en décimo sexta generación
de aquel que paras las presas fue cuervo
y para las lides, incierto león.
Y llevando por mis venas su sangre
que fluye con savia guanche mezclada
reconozco que fue el mestizaje
lo que mantuvo con vida a mi raza.
Capitán don Juan de Quintana Soria:
que tu memoria sea denostada
como presunto adalid de las hordas
que conquistaron las Islas Canarias.
LA CUNA DEL CONQUISTADOR
Emplazada en un repecho
sobre el llano numantino
fue la Villa de Buberos
el comienzo del periplo
de un hidalgo malnacido
por ser cuarto y no el primero.
Es hoy un triste paraje,
tan desolado y amargo,
que por sus enlosadas calles,
sumidas en el letargo,
la Muerte pasa de largo
más asustada que nadie.
Gentes venidas a menos
lo habitan sin dignidad
pues consienten el saqueo,
con total impunidad,
del pasado medieval
de la historia de ese pueblo.
Solo queda en pie una Iglesia,
al Bautista consagrada.
Su románica silueta
y una hermosa cruz de plata
son las únicas estampas
de otros tiempos de grandeza.
Y aquella antigua casona
que fuera mansión ilustre
hoy es campo de amapolas
pues dinteles y techumbres
hace tiempo que se hunden
al embate de la Historia.
Del expolio cometido
se preserva en Almenar,
en su grandioso castillo,
los blasones del portal
de una mansión señorial
cuyos techos han cedido.
No es este el escudo señero
que hemos venido a buscar,
el del ya mentado ancestro
que partió de este lugar
quinientos años atrás
en busca de un mundo nuevo.
Una emotiva inscripción
del fracaso nos consuela
pues reza que allí nació
de Machado la que fuera
breve esposa y musa eterna,
su querida Leonor.
EL HONOR DE LOS QUINTANA
Después de mucho indagar en la trama
vital de nuestro abuelo castellano
resulta que es uno de sus hermanos
el merecedor de honores y fama.
Pidiendo en reparto unas fanegadas
aduce su hijo ante el escribano:
“Mi tío cayó en lid contra canarios
cuando un susmago quebró su coraza”.
Se debe pues la prez de los Quintana
a este familiar suyo cercano,
víctima como él del cruel mayorazgo
que lo condena a salir de su patria
con destino a la isla de Gran Canaria
marchando a su vera su imberbe hermano
como fiel escudero, también a caballo,
para cuidar de sus anchas espaldas.
Será pues, Juan de Quintana
un joven doblemente afortunado
al recibir como herencia el legado
correspondiente a fraternas hazañas
y al enlazar con una noble dama
de regio abolengo aborigen canario,
sobrina del renegado Fernando,
el guadarteme converso de Gáldar.
Pobre muchacho, venido de España,
que mucho medraste sin meritarlo:
tus hijos habidos no son sorianos
que son de mestiza sangre canaria,
fecunda estirpe de Tamaragáldar
que enraíza pronto en norteños pagos
para después propagarse a lo largo
de la redonda isla de Gran Canaria.
ESCUDO DE SORIA
Los Picos de Urbión, corona nevada,
la coraza pectoral, el Moncayo.
y de Castilla eres, loa Machado,
el corazón de roble y la muralla
que impone sobre el Ebro su mirada.
Y en el interior de la muralla, un llano,
de colinas plateadas circundado,
fue un sangriento escenario de batalla
en torno a ti: ¡Torre del Homenaje!
alzada sobre la corva ballesta
que presenta en tu honor el río Duero.
¡Leal ciudad de los doce linajes,
cabeza de puente en tierras extremas,
de antigua estirpe de celtas e iberos!