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martes, 22 de septiembre de 2020

RAÍCES MAJORERAS

 




RAÍCES MAJORERAS

(PROLOGO DEL LIBRO “BREVE HISTORIA DE FUERTEVENTURA” OBRA DE ROBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA)

Autores: Faneque Hernández Bautista y Juan Ramón García Torres


Me complace enormemente el encargo que me hace mi hermano, el profesor Roberto Hernández Bautista, de escribirle el prólogo de su nueva obra “Breve Historia de Fuerteventura”. Con este libro, editado en español y también en inglés, se engrandece el legado de sus publicaciones siempre relacionadas, como historiador, con el estudio de nuestras raíces. Además de numerosos artículos en revistas y jornadas de historia y de su labor como arqueólogo en distintas excavaciones en las islas orientales y de sus viajes de interés etnográfico por todo el Magreb, deseamos destacar de su currículum el listado de sus publicaciones que, de más antigua a más reciente, son: 

  • Aportaciones al folklore tradicional de Fuerteventura. Ed. Ayuntamiento de Puerto del Rosario, 1994.
  • Los Semidanes de Canarias. Ed. Anroart, Las Palmas de GC, 2012.
  • Los naturales canarios en las islas de señorío. Ed. Mercurio, Las Palmas de GC, 2014
  • Costumbres y rituales bereberes de los indígenas canarios. Ed. Mercurio, Las Palmas de GC, 2016

La obra que hoy presentamos ocupa el cénit de su producción, no por ser la última sino por ser la que más se eleva. Se trata de una síntesis de la historia de Fuerteventura desde los primeros asentamientos indígenas hasta nuestros días. No es fácil la tarea de ofrecer una visión holística de tantos siglos de devenir histórico. Esa tarea solo puede realizarse después de muchos años de estudio de las fuentes arqueológicas, documentales y orales para poder acometer con éxito la empresa de una visión panorámica general, desde arriba, de los hechos e ideas que explican la particularísima idiosincrasia de los habitantes de esta isla hasta hace bien poco nada venturosa, a pesar de lo que parece querer decir su nombre.

Fuerteventura ha vivido algunas etapas de poblamiento y muchas otras de despoblamiento hasta que en el siglo XX, con el desarrollo y democratización de las instituciones locales y más recientemente con el impulso de la descentralización autonómica parece que se ha logrado detener esa sangría secular. 

Los primeros contingentes en arribar eran sin duda pueblos norteafricanos que con afán colonizador se embarcan en armadas de potencias mediterráneas, como muy bien nos explica Roberto en uno de sus libros precedentes, para afincarse, bien provistos de ganados y semillas, en el casi desierto por entonces territorio insular. Esta población inicial, que en las islas orientales recibe la denominación de majos o majíes, conforma una sociedad indígena muy original que, por su presión sobre el medio natural, sobre todo a través de la ganadería extensiva, inicia el proceso de desertificación del territorio. 

Con la cruenta llegada de los aventureros normandos y más tarde castellanos se sientan las bases de una sociedad mestiza, conformándose unos grupos humanos a los que se identifica como familias de las islas que son el resultado de la fusión entre los conquistadores con las mujeres y niños indígenas que fueron preservados, pudiéndose hablar en propiedad de genocidio masculino. Con ellos la degradación del medio se intensifica por la masiva deforestación y sobreexplotación hídrica y todo esto, unido a la dureza de las cargas señoriales y eclesiásticas, conduce a finales del siglo XV a una primera gran evasión de sus habitantes con la huida de la mayor parte de su población libre hacia Gran Canaria primero y, poco después, también hacia Tenerife, una vez que estas islas son incorporadas a la Corona de Castilla gracias a la intervención de un ejército real en el que, es bien sabido, participan, como caballeros o infantes, centenares de hombres de las islas.

Los Señores de Canarias sustituyeron entonces, paulatinamente, a las familias de las islas por pobladores moriscos tras cruentas y repetidas razias de captura en la cercana costa africana de donde traen, a la fuerza, a multitud de esclavos bereberes y subsaharianos. Como bien refiere el viejo Rumeu de Armas, las campañas de saqueo en Berbería iban muy pronto a tener la merecida respuesta con las cruentas expediciones de represalia berberiscas, que asuelan las islas orientales y apresan y conducen a cárceles africanas a buena parte de sus habitantes. Se produce entonces por miedo a dichos ataques una segunda gran evasión hacia las islas de realengo que no está suficientemente estudiada aunque los genealogistas de Gran Canaria bien la atestiguamos.

A partir de entonces, y a lo largo de toda la Edad Moderna, Fuerteventura es una isla olvidada hasta de sus propios señores, que son absentistas, dejando en manos de sus mayordomos primero y más tarde de los coroneles de las milicias el control de la economía y la sociedad en el marco de un opresivo régimen señorial con unas cargas impositivas desmesuradas para la paupérrima población residente, cargas propias de la servidumbre semifeudal que se mantuvieron sin embargo en Fuerteventura hasta fechas muy cercanas. 

Las crisis demográficas causadas por epidemias, sequías y hambrunas determinan continuos trasvases de población hacia las islas centrales del archipiélago. Son situaciones que se compensan, en parte, en los años de lluvia y bonanza, como bien se ejemplifica en el proyecto dirigido por Manuel Lobo La Oliva, Historia de un pueblo de Fuerteventura, con la arribada de miles de jóvenes trabajadores de las islas de realengo durante el periodo de la recolección. Muchos de esos trabajadores temporales se quedarán en la isla casando con jóvenes majoreras, pero la escasez de agua va a seguir dando lugar, con ocasión de sequías y plagas, a la huida de los labradores libres y también de los esclavos libertos. De estos siglos queremos destacar como hito histórico el memorable motín de 1720, cuando tras una de esas terribles hambrunas, la población en vez de buscar la evasión por mar, participa, siguiendo el reciente y sonado ejemplo del motín de Agüimes de 1718, en una asonada popular en la que se requisa el arca de quintos y se consigue de la Audiencia, al año siguiente, el uso de los fondos secuestrados para abastecimiento de trigo a la población.