Viñol, un apellido italiano en La Vega
(Genealogía
de Lorenzo de Viñol y Vergara, uno de los fundadores de la ermita de San Mateo)
Pedro Socorro Santana
Cronista Oficial de la Villa de Santa Brígida
Los Pasitos de Viñol era antiguo topónimo de la Vega de San Mateo que en las viejas escrituras denominaba parte de un antiguo camino real a la entrada de la entonces Vega de Arriba y que debe su nombre a uno de sus primeros propietarios: Lorenzo de Viñol, uno de los fundadores de la ermita del apóstol san Mateo a mediados del siglo XVII, descendiente de una familia genovesa que se establece en Gran Canaria. A este clan genovés dedicaremos este artículo, una pequeña síntesis de nuestro trabajo, aún inédito, sobre Los fundadores de la ermita de la Vega de San Mateo (Biografías y Genealogías).
A comienzos del siglo XVI, en plena actividad de los ingenios y trapiches azucareros (el ‘oro dulce’ de Gran Canaria), comenzaron a arribar a nuestra isla comerciantes y prestamistas genoveses, que abandonaban su bella ciudad italiana con el propósito de establecerse en Canarias. Los genoveses pasaron pronto a dominar y protagonizar parte de la inversión y las ventas del azúcar en Gran Canaria. Entre aquellos italianos que llegaban a nuestro puerto con poco equipaje y muchas esperanzas e ilusiones se encontraba el comerciante Antonio Viñol, casado con la también genovesa Blanca Grillo, perteneciente a una de las más significadas familias de aquella ciudad.
No conocemos exactamente la fecha del arribo de este primer miembro de la familia Viñol, pero a comienzos de 1523 figura en la firma de un contrato de servicios ante Cristóbal de San Clemente, escribano público de Las Palmas. Como buen hombre de negocio estaba bien relacionado con su ciudad de origen, San Jorge de Génova, a la que enviaba mercancía y solía acudir para realizar encargos a sus compatriotas y traerse una amplia gama de ropas y productos manufacturados[1]. La familia Viñol Grillo tenía al menos cuatro hijos, Juan Bautista de Viñol, Bartolomé Viñol, María de Viñol y Gerónimo de Viñol Grillo, que vivían en la ciudad, en la entonces denominada calle de Los Genoveses (hoy Travieso). En el convento de San Francisco tenían su capilla y lugar parar enterrar a sus muertos. Precisamente allí, bajo el suelo de la capilla mayor, recibieron sepultura la mayoría de los miembros de este clan familiar.
De su cuarto vástago, Gerónimo de Viñol y Grillo, nacido en Génova y regidor de la Isla de Gran Canaria, conocemos que contrae matrimonio en la iglesia del Sagrario Catedral, el 15 de enero de 1566, con Ana de Quesada Vergara, hija de Gil de Quesada, natural de Jaén, regidor, mayordomo del concejo y escribano público de Las Palmas y de Inés de Vergara Suárez de Carreño. La boda se celebró ante varios testigos originarios de la república itálica, entre ellos el mismísimo Juan Salvago, arcediano de la Catedral de Canarias, dedicado en aquel tiempo a las obras de la cubierta del principal monumento de la naciente ciudad[2]. Serán los progenitores de la familia Viñol-Vergara en la Isla, refundida con posterioridad en la familia Manrique de Lara. Don Gerónimo de Viñol no era un personaje cualquiera. Aparte de la riqueza que debió lograr con sus variados tratos mercantiles y sus cultivos de cañas de azúcar, don Gerónimo consiguió una posición de relieve en la sociedad canaria del pasado, llegando a ocupar los cargos de cobrador del subsidio eclesiástico desde 1562, fiel del pósito (1582) y regidor en el Cabildo de la Isla hasta su fallecimiento, acaecido hacia 1592, después de hacer su testamento el 3 de febrero de ese año ante el escribano Alonso Fernández de Saavedra. Entre sus cuantiosos bienes contaba con la mitad de las tierras del Ingenio Blanco, situadas junto al barranco de Las Garzas, en el municipio de Guía, por venta que le había hecho doña Gerónima Cibo de Sopranis, mujer de Juan Palenzuela y Benavides, en escritura realizada ante Lorenzo Palenzuela, escribano público[3]. Gerónimo de Viñol y Ana de Quesada fueron padres, al menos, de quince hijos, además de disponer de varios esclavos a sus servicios que con el tiempo adoptaron sus apellidos. Seguiremos la línea de su hijo primogénito.