SOBRE EL APELATIVO JUQUER LITEBRÚN
Escudo heráldico de los Doramas |
Acerca de Juan Doramas, indígena canario conquistador de La Palma y Tenerife en la compañía comandada por Pedro Maninidra y descendiente del guayre Doramas, algunos escritores y genealogistas de siglos pasados, sin especificar las circunstancias, nos dicen que su verdadero nombre era Juquer Litebrun o Juguen Lintevur y que tras el bautismo este pasó a llamarse Juan Doramas. Po otra parte, el historiador José Peraza de Ayala ha planteado que “Juan Doramas se había distinguido en las conquista de Granada y Tenerife al mando de su pariente el famoso aborigen don Fernando y que los RR.CC., atendiendo a sus servicios y elevada jerarquía isleña, le concedieron el importante privilegio de escudo de armas…”. Desde el punto de vista genealógico este personaje adquiere gran interés porque de él provienen los Oramas de las islas y del continente americano.
El profesor Álvarez Delgado en su artículo “Antropónimos de Canarias” (Anuario de Estudios Atlánticos nº 2) considera que dicho nombre o apelativo, “Juquer litebrun”, por su estructura, no se corresponde con la lengua guanche, por lo que opina que debe haber alguna confusión con otro personaje que pudiera ser su padrino o protector. Coincidiendo con el profesor Álvarez Delgado en que esas palabras no tienen sonoridad guanche sino francesa hemos tratado de buscar en la red, en primer lugar, el supuesto nombre, Juquer, comprobando que está registrado dicho término en los diccionarios online Websters que incorporan vocablos de más de mil lenguas del mundo.
JUQUER es efectivamente una de las entradas que aparecen en dicha web en el catálogo de términos propios del patois de la localidad de Drucourt en la alta Normandía francesa.
Se entiende por patois, con carácter despectivo, todo tipo de variantes lingüísticas del francés a medida que se alejan de la capital. En muchos casos, estas variantes acogen en el continente términos del francés antiguo o de otras lenguas desaparecidas.
En dicho diccionario online, el término Juquer es traducido al inglés como Clamber: Climbing with hands only, es decir, escalar sin ayuda de cuerdas, solo con las manos. En el diccionario en red Word Reference, si buscamos la palabra inglesa clamber nos da lo siguiente en español: trepar, encaramarse.
Por otra parte, en relación con el supuesto apellido de Juan Doramas, Litebrún, al no aparecer, como tal, registro alguno en la red, nos planteamos descomponerlo en la misma lengua francesa en que parece estar escrito el primero de los términos. Así tendríamos:
LE: El (artículo determinado); TETE: Cabeza (sustantivo masculino con el significado de cabecilla o adalid y BRUN: Moreno (adjetivo que como galicismo, da bruno en español).
Después de todo esto, pensamos, reconociendo nuestras limitaciones en este campo de la filología, que sería posible transcribir el apelativo de Juan Doramas como Juquer le tete brun, es decir, el adalid moreno con habilidad para trepar, o bien, de forma menos literal y más poética, “el bruno guayre de los riscos”.
Sabemos que su ascendiente, el guayre de anchas narices, de ahí su nombre, era de pelo y tez muy moreno como rasgos raciales propios de su origen trasquilado (siervo). Sabemos asimismo por las crónicas de la enorme agilidad en la brega de este personaje y de su destreza para escalar riscos de vértigo con suma facilidad, habilidades que eran cultivadas en general por los guerreros indígenas como parte de sus rituales de entrenamiento.
Quizá el apelativo de Juquer Litebrún proceda de alguna gesta que pudo protagonizar Juan Doramas trepando por los riscos que bordean la ciudad de Málaga, en cuyo asedio en 1487 creemos que tomó parte como adalid y guerrero de la compañía canaria que estaba a las órdenes de Pedro de Vera encuadrada en la estanza del duque de Cádiz. Serían en ese caso los artilleros franceses que bombardean la ciudad con sus estruendosas lombardas los que le habrían otorgado dicho apelativo. Esta hipótesis permitiría explicar el hecho de que Juan Doramas disponga de un vistoso escudo heráldico hispano, como solo conocemos que lo tuvo, de entre los nobles guerreros indígenas, don Fernando Guadarteme.
Repasando en las crónicas de la conquista de Málaga vemos que en las escaramuzas iniciales, apenas establecido el cerco para la toma de la ciudad, se describe una acción que podría explicar el apelativo que se otorga a Juan Doramas.
Tenemos constancia de la participación de guerreros canarios en distintas campañas de la guerra de Granada. En concreto y en relación con la toma de Málaga tenemos el dato de que Fernando Guanarteme se entrevista con el rey Fernando en su real situado a las puertas de dicha ciudad a mediados de julio de 1487.
Juan Doramas, de ahí su apelativo Juquer Litebrun, debió de ser uno de los infantes escogidos para subir por la parte más escarpada a la cima del cerro y colocarse sobre los tiradores gomeres a los que expulsaron del monte después de causarles 150 bajas. Desde ese monte, llamado en su tiempo Cerro de San Cristóbal y hoy Cerro Victoria, se podía hacer mucho daño al real castellano y a las estanzas o puestos avanzados del sitio castellano más próximas a l fortaleza de Gibralfaro, de ahí la importancia de esta victoria al inicio de las operaciones.
CRÓNICA DE JERÓNIMO ZURITA (ANALES DE ARAGÓN)
COMBATE DE MÁLAGA. "Después que se asentó el real y se cerraron los pasos que tenían los moros de mar a mar con cava y valladar se comenzó por todas partes a combatir la ciudad y ante todas cosas se les tomó la cumbre del monte que está sobre el castillo más alto de la ciudad que llamaban los moros Gebelpharo y corrompido el nombre le dicen Gibralfaro… Y fueron los moros echados del monte y ganose aquella estancia y lo alto que sojuzga aquel castillo de donde se podía hacer mucho daño a los del real".
LA GUERRA DE GRANADA DE ALONSO DE PALENCIA
"El valor y la destreza de los de D. Fernando dieron al traste con estas esperanzas de los enemigos, porque apenas llegados, y mientras se asentaban los reales, un pelotón de infantes escogidos trepó al cerro defendido por fuerte escuadra de gomeres. Trabóse al punto combate más ventajoso para los defensores que para los nuestros, pero triunfó de todas las dificultades su tenaz esfuerzo, y los que se habían figurado poderlos vencer fácilmente se vieron forzados a combatir a la desesperada. Muertos unos 150 moros, y empujados los demás hacia la ciudad, quedó el cerro por nosotros con solo la pérdida de diez hombres".
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