viernes, 16 de febrero de 2024

Los Suárez Carreño Primera parte

APELLIDO SUÁREZ CARREÑO EN GRAN CANARIA

PRIMERA PARTE

Leonardo Arencibia (Q e p d), Juan Ramón García Torres y Faneque Hernández










Concejo de Carreño en Asturias



0

ALONSO SUÁREZ CARREÑO

 

 

MARÍA O ISABEL  MARTÍN 

I

CRISTÓBAL SUÁREZ CARREÑO 1

N  ALBAIDA

D  GRAN CANARIA TTO 1538

 

SEVILLA

 

ISABEL LÓPEZ

N ALBAIDA

D  GRAN CANARIA

II

CRISTÓBAL SUÁREZ CARREÑO 2

Circa 1525

LA VEGA

LEONOR TELLO

N 1508 LAS PALMAS

III

JUAN SUÁREZ CARREÑO 

N 1527 LAS PALMAS

TESTAMENTO 1580

Circa 1560

LA VEGA

 

ELVIRA GONZÁLEZ

N circa 1540

TESTAMENTO después de 1601

IV

FRANCISCO NAVARRO 

N 1556 LAS PALMAS

TESTAMENTO 1601

1588 LA VEGA

MARÍA SUÁREZ

N circa 1570

TESTAMENTO 1613

V

JUAN SUÁREZ 

N 1589 LA VEGA

JUANA LÓPEZ

VI

BARTOLOMÉ SUÁREZ

N 1632 LAS PALMAS

1674 AGÜIMES

ANA DE CASTRO CAZORLA

 

D 1701 TEROR

VII

FRANCISCO SUÁREZ 

N 1675 TEROR

1698 TEROR

GREGORIA DE OJEDA

N 1672 TEROR

VIII

JUAN SUÁREZ 

N 1713 TEROR

1738 TEROR

CATALINA FALCÓN

N 1714 TEROR

IX

JUAN SUÁREZ FALCÓN

N 1760 TEROR

1777 LA VEGA

JUANA ORTEGA

1757 LA VEGA

X

JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ 

N 1770 LA VEGA

1795 LA VEGA

Mª PINO SUÁREZ ORTEGA

N 1778 LA VEGA

XI

JUAN ANTONIO GONZÁLEZ 

N 1798 LA VEGA

1821 TEJEDA

JUANA MARÍA GONZÁLEZ

N 1799 TEJEDA

XII

ANTONIO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

N 1826 LA VEGA

1847 LA VEGA

CONCEPCIÓN PÉREZ LÓPEZ

N 1826 LA VEGA

XIII

ANTONIO GONZÁLEZ PÉREZ

N 1847 LA VEGA

D 1931 LA VEGA

1869 LA VEGA

Mª PINO ESTÉVEZ TROYA

N 1845 LA VEGA

D 1899 LA VEGA

XIV

MANUEL GONZÁLEZ ESTÉVEZ

N 1879 LA VEGA

D 1956 LAS PALMAS

1902 

LAS PALMAS

AGUSTINA DGUEZ SOCORRO

N 1882 LAS PALMAS

1978 LAS PALMAS

XV

MODESTO BAUTISTA DOMÍNGUEZ

N 1894 GUÍA

D 1956 LAS PALMAS

1924 

LAS PALMAS

AMÉRICA GLEZ DOMÍNGUEZ

N 1906 CUBA

D 1994 LAS PALMAS

XVI

LORENZO HERNÁNDEZ VEGA

N 1927 SAN LORENZO

1952 

LAS PALMAS

PURA BAUTISTA GONZÁLEZ

N 1932 GÁLDAR

D 2008 MASPALOMAS

XVII

FANEQUE HDEZ BAUTISTA

N 1955 LAS PALMAS

 

 

 
























LOS SUAREZ CARREÑO EN GRAN CANARIA  

Se dice que el apellido Suárez Carreño llegó a las islas de la mano de algunos pobladores, emparentados entre sí, procedentes de Sanlúcar de Albaida, Sevilla:

 -Cristóbal Suárez Carreño, casado con Isabel López, avecindado en Gran Canaria con prolija descendencia en esta isla.

 -Alonso Suárez de Albaida, casado con María Guerra, avecindado en Gran Canaria, con prolija descendencia en esta isla.

 -Pedro Suárez Carreño, casado con Catalina López, estante en Gran Canaria que al parecer regresa a Sevilla después de haber bautizado a una hija en El Sagrario.

-Antón Suárez Carreño, casado con Margarita Perdomo Betancor, que se establece en  Tenerife con amplia descendencia en dicha isla.

Tenemos dudas acerca de las fechas y circunstancias de la arribada de estos personajes tan relevantes de la historia familiar de Canarias. Si bien los estudiosos de este apellido coinciden en que son pobladores tardíos, tenemos la convicción de que al menos uno de ellos fue partícipe de la conquista de Gran Canaria. El documento que hace que nos planteemos este asunto forma parte de un artículo publicado en AEA: Canarias en el archivo de protocolos de Sevillacuyo autor es don Francisco Morales Padrón:

Hoja suelta libro 1º del año 1500 Escribano Francisco Segura (Nómina de los mrs. que han de haber por sus servicios ciertos conquistadores de Gran Canaria)

“Los mrs. que han de haber las personas vecinas de la isla de la Gran Canaria  y enviadas acá a Castilla a mí, Francisco de Arévalo, en una fe escrita y firmada de Gonzalo de Burgos, escribano público de la dicha isla, en que venían escritas las personas que habían de haber sueldo, si están vivas y de las que están fallecidas escritas sus herederos para que hayan y reciban el sueldo que cabe a cada persona por millar de los 101.650 mrs. que son cobrados y lo que ha de haber cada uno de lo que queda por cobrar para cuando sea cobrado de esta libranza si sus altezas lo mandaren pagar, es de lo suso escrito según se declaró por Gonzalo de Burgos y por un oficial de las cuentas de Juan López, contador mayor de los Reyes nuestros señores”.

Entre la treintena de conquistadores relacionados a los que se adeudan cantidades aparece Alonso de Albaida que bien pudiera ser Alonso Suárez de Albaida, el casado con María Guerra. Con este mismo nombre, Alonso de Albaida, aparece efectivamente citado dicho personaje  en diversas fuentes primarias de principios de siglo XVI.

Somos conscientes de que Cebrián Latasa en su “Ensayo…” nos advierte de que no debemos confundir al conquistador Alonso de Albaida (el que, según nos dice, recibió media suerte en la Vega de Santana y se fue de la isla  reclamando en 1500 desde Sevilla el salario que se le adeudaba), con los Suárez Carreño que tan solo serían repobladores tardíos a partir del tronco formado por Cristóbal Suárez de Albaida e Isabel López. No coincidiendo con esta afirmación, daremos argumentos sólidos de inmediato para demostrar que el tal Cristóbal, casado con Isabel, es hermano de Alonso de Albaida, el casado con María Guerra, con amplia sucesión en ambos casos y no es por lo tanto el único fundador de la estirpe en Gran Canaria. Ese sería en todo caso un honor compartido.

PRIVILEGIO REAL DE LOS SUÁREZ CARREÑO

Gracias a los papeles de la genealogía de Agustín de Pineda, un descendiente de Alonso de Albaida del siglo XVIII, hemos podido acceder a un edicto de los Reyes Católicos  dictado en 1477, anterior por tanto al inicio de las operaciones militares de la guerra de Canaria, por el que se excluye a los hermanos Suárez Carreño del pago de contribuciones en reconocimiento de su hidalguía. El documento es muy valioso:

“Don Fernando e Isabel por la gracia de Dios, rey y reina de Castilla, de León, de Sicilia, de Toledo, de Portugal, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, del Algarve, de Algeciras, de Gibraltar, Príncipes de Aragón, Señores de Vizcaya y de Molina: A Vos el Cabildo, alcaldes, alguaciles, regidores, oficiales y hombres buenos del lugar de Albaida y a los arrendadores y fieles y cogedores, empadronadores y otros cualesquier personas… Sepades que Alfonso Suárez Carreño, y Antón Suárez y Juan Suárez y Pedro Suárez, sus hermanos, vecinos de este dicho lugar, nos hizo relación diciendo que no obstante que ellos son hijosdalgo notorios y de solar conocido de nuestros reinos por lo cual ellos son exentos de pechar y pagar y contribuir con vosotros y las nuestras monedas y moneda forera y en los otros nuestros repartimientos y derramas reales y concejiles, que vosotros o algunos de vosotros, en su grande agravio y perjurio y quebrantamiento de su hidalguía, les habéis empadronado …para que  pechen y paguen y contribuyan…y que sobre ello los habéis prendado en lo cual dicen que si así hubieran de pagar, que ellos recibirían mucho agravio y daño, y nos suplicaron de merced acerca de ello con remedio de justicia las proveyésemos mandándoles guardar dicha su hidalguía como la nuestra merced fuere y nos, tuvímoslo por bien. Porque vos mandamos a todos y cada uno de vosotros que de aquí en adelante guarden e hagan guardar a los dichos Alonso Suárez y Juan Suárez y Pedro Suárez todas las honras, gracias y mercedes y franquezas y libertades y todas las otras cosas y cada una de ellas que por razón de las dichas sus hidalguías deben haber y gozar y les deben de ser guardadas, según que a los otros hombre hijosdalgo notorios de solar conocido de nuestros reinos, y guardándolas y cumpliéndolas, que los no empadronéis ni consintáis de empadronar para que pechen y paguen y contribuyan…salvo solamente en aquellas cosas en que los otros hombres hijosdalgo de nuestro reinos deban pechar y contribuir y que sobre esto no los prendaréis ni fatigaréis y que si por causa de ello algunos de sus bienes los tenéis tomados y prendados embargados, se los retribuyáis y tornaréis luego sin cosa alguna…so pena de la nuestra merced y de 10.000 mrs. para la nuestra cámara. Pero que si contra esto que dicho es alguna cosa quisierais decir o alegar en guarda de vuestro derecho porque  así no lo debierais así hacer ni cumplir por cuanto los sobredichos dicen que en quebrantamiento de dicha su hidalguía por lo cual el consentimiento de ello pertenece a los nuestros alcaldes de los hijosdalgo notorios de la probanza, que están en la nuestra Corte y Cancillería, por esta nuestra carta vos mandamos que del día que os fuera leída y notificada hasta treinta días primeros siguientes comparezcáis ante dichos nuestros alcaldes de los hijosdalgo notorios de la Provincia a lo decir y mostrar porque ellos vos digan sobre ello con los dichos Alfonso y Antón y Juan y Pedro Suárez y deliberen sobre ello lo que hallaron por derecho, y como esta nuestra carta os será leída y notificada y la cumpliréis mandamos so la dicha pena a cualquier escribano público que por esto fuese llamado que le dé al que la mostrare testimonio signado con su signo porque nos sepamos en cómo se cumple lo por nos mandado.

Dada en la ciudad de Jerez de la Frontera a 15 días de octubre del año de Nuestro Salvador Jesucristo de 1477 años. Yo el Rey. Yo la Reina. Y yo, Juan Ruiz, Secretario del rey Nuestros Señores.

ALGUNOS COMENTARIOS QUE VIENEN A CUENTO 

Sostenemos que, de los cuatro hermanos citados en el edicto real, Alonso Suárez Carreño 1, el casado con María o Isabel Martín, es el tronco de los Suárez Carreño que se asientan  en Gran Canaria pues damos por hijos indubitados del tal Alonso a los hermanos Alonso de Albaida, el casado con Mª Guerra, y Cristóbal Suárez Carreño, el casado con Isabel López, doble entronque que quedará bien apuntalado en el siguiente epígrafe. Según Juan Fray Suárez de Quintana fueron también hijos de dicho matrimonio Martín Suárez y Francisco Suárez que no pasaron a las islas.

En relación con Antón y Pedro Suárez (descartamos a Juan del que no tenemos constancia de su posible paso por las islas), los hermanos de Alonso Suárez Carreño 1 citados en el edicto de 1477,  nos asaltan las dudas en cuanto a si son o no los personajes homónimos que viven en Tenerife y Gran Canaria a comienzos de la centuria siguiente, o si por el contrario estos son hijos de Alonso Suárez Carreño 1 y hermanos por lo tanto de Alonso de Albaida y de Cristóbal Suárez como nos refiere algún investigador. Nosotros nos decantamos por la primera posibilidad.

Carlos Platero en su obra Los apellidos en Canarias parece tenerlo más claro que nosotros, decantándose por la segunda posibilidad, cuando afirma:  “Los hermanos andaluces, naturales de Sanlúcar de Albaida, Alonso, Cristóbal y Antón Suárez se avecindaron en Canarias a fines del XV y principios del XVI: Alonso en La Vega del Gamonal en Gran Canaria donde aún vivía en 1529; Antón asistió a las conquistas de La Palma y Tenerife en donde luego residió; y Cristóbal se estableció en Gran Canaria por Santa Brígida extendiéndose sus descendientes por Gáldar, Guía y Arucas principalmente” 

Observamos en todo caso que Platero desconoce la presencia de un Pedro Suárez en Las Palmas a principios del siglo XVI. Consta ciertamente en el libro primero de El Sagrario que Pedro Suárez de Albaida tiene con Catalina López una hija llamada Catalina,  como su madre, a la que bautizaron en octubre de 1505. Creemos en todo caso, pues no se tienen otras noticias de esta pareja, que Pedro y su mujer no se radicaron en la isla  terminando por regresar a Sevilla.

Es también para nosotros un enigma a resolver la identidad del personaje llamado Alonso de Albaida que con una mujer llamada Mari Díaz bautiza en Las Palmas en 1499 a un hijo suyo llamado Pedro. Pudiera ser, creemos, el mismo que estuvo casado con María Guerra, teniendo un hijo con mujer distinta de su esposa como tan frecuentemente ocurría en las clases dominantes de la época. 

NUEVO PLEITO EN 1615 POR LA HIDALGUÍA DE LOS SUÁREZ CARREÑO

AlONSO SUÁREZ CARREÑO vecino de Albaida (Sevilla) hermano de Pedro, Juan y Antón Suárez, los citados en el  edicto real de 1477, casó con ISABEL o  MARÍA MARTÍN  y tuvieron por hijos entre otros a 


1)      ALONSO SUÁREZ DE ALBAIDA  casado con  MARÍA GUERRA padres, entre otros hijos, de Hernán Suárez casado con Francisca Maldonado, que fueron padres a su vez de Salvador Arias Maldonado, Luis Suárez Maldonado y Alonso Suárez (el que está en la cárcel en 1615)

2)      CRISTÓBAL SUÁREZ CARREÑO casado con ISABEL LÓPEZ, padres, entre otros hijos, de Antón Suárez casado con Francisca Molina, que fueron padres a su vez de Alonso Suárez Carreño y del regidor Juan Tello.

 






En el cuadro sinóptico adjunto, en el que compendiamos las relaciones entre los protagonistas del pleito de hidalguía de 1615 que vamos a describir, debemos prestar atención para seguir el hilo de la explicación al matrimonio formado por Hernán Suárez y Francisca Maldonado. Un hijo de este matrimonio, de nombre Salvador Arias Maldonado, por sí y en representación de su hermano Luis Suárez Maldonado, “criado del rey Nuestro Señor y alguacil perpetuo de la casa y corte”, pleitea en julio de 1615 para sacar a su hermano Alonso Suárez de la cárcel por ciertas deudas no pagadas aduciendo que en su familia disponen de una disposición real que los ampara en su hidalguía, disposición que es la que acabamos de mostrar a los lectores en el epígrafe anterior. Argumentan los hermanos reclamantes que por ser descendientes legítimos “conforme a derecho, debían gozar de las honras, preeminencias y libertades de que gozaron sus ascendientes”  entre ellas las de no poder ser encarcelados por impago de deudas.

En la demanda que estos presentan dicen ser hijos de Hernán Suárez Guerra y Francisca Maldonado, nietos de Alonso Suárez de Albaida y María Guerra y bisnietos de Alonso Suárez Carreño  y de María Martín (sic)  por la línea paterna,  y por la línea materna nietos de Gomes Arias Maldonado y de María Fernández Villalón. Señalan asimismo que sus padres, abuelos y bisabuelos  “fueron y eran hombres hijosdalgo notorios y de solar conocido, habidos y tenidos y reputados por tales en esta isla y en la villa de Albaida y en la de Almonte, Jerez de la Frontera y en otras partes donde habían vivido y en esta posición amparados y defendidos y sus progenitores; y lo mismo todos sus tíos, hermanos del mencionado su abuelo, como lo fue Cristóbal Suárez, padre de Antón Suárez quien fue primo hermano del referido Hernán Suárez Guerra, su padre, y sus hijos Alonso Suárez Carreño y Juan Tello, regidor de esta isla, primos hermanos del dicho Salvador Arias, así por provisiones de los Reyes Católicos de gloriosa memoria así como por privilegios y ejecutorias ganadas en  contradictorio juicio…” 

Los datos antedichos han sido obtenidos de la Información de Agustín de Pineda cuya relación genealógica con los Suárez Carreño del siglo XVI se describe en ocho generaciones en el siguiente cuadro:

I

ALONSO SUÁREZ CARREÑO

N ALBAIDA, SEVILLA

 

MARÍA GUERRA

N CANARIAS

II

CRISTÓBAL SUÁREZ 

 

MARÍA MARTÍN

III

PEDRO SUÁREZ

LUCÍA CERVANTES

IV

BARTOLOMÉ SREZ CERVANTES

ÚRSULA DE PINEDA

V

FRANCISCO DE PINEDA

MAGDALENA DE GUZMÁN

VI

DIEGO DE PINEDA

CECILIA DE ROJAS

VII

MIGUEL AFONSO

ÚRSULA DE PINEDA

VIII

DIEGO DE PINEDA AFONSO

GABRIELA GRIMÓN

IX

AGUSTÍN DE PINEDA

 








LA JUDERÍA DE JEREZ DE LA FRONTERA

En el libro de repartimiento dictado por Alfonso X el sabio en 1266 se señalan las 90 casas asignadas a los judíos en la repoblación de la ciudad, tras su toma por las tropas castellanas, así como  los nombres de los 90 pobladores judíos que allí se asentaron como cabezas de familia. La ciudad fue de este modo repoblada asentándose en ella una numerosa comunidad hebrea. Estas familias llegaron desde diversos lugares de la geografía peninsular. Los repartidores instalaron a los judíos en un barrio aparte separado del resto de la ciudad por una muralla. La mayor parte de ellos procedía de Castilla la Vieja (apellidos como Castellano, Carrión, Castro…identifican los lugares de origen) y otros provenían del Algarve portugués recién conquistado por Alfonso X.

Queremos plantear a partir de la lectura del documento la siguiente hipótesis: en los años 70 del siglo XV cierta familia judeoconversa, cristianada con el apellido Suárez Carreño, obtiene privilegios y se establece en Albaida después de abandonar Almonte y Jerez, lugares en los que habían estado avecindados desde hacía más de un siglo, imaginamos que como nueva escala de una migración forzada huyendo de las persecuciones que los lleva durante generaciones a emigrar desde el norte hasta el sur de la Península y más tarde a las Islas Canarias. Debían de ser en nuestra opinión una familia muy acomodada para obtener el privilegio que obtuvieron en 1477. Sin embargo los panegiristas de este linaje  quieren hacer a sus antecesores caballeros hijosdalgo por su participación en las guerras de Aragón y Portugal, con armas y caballos a su costa, hechos de los que no tenemos certezas. “Los muchos y leales servicios prestados a la Corona por los hermanos Suárez Carreño y por su padre, Suer Fernández, y por don Fernando Suárez de Carreño, su abuelo” según se hace constar en una sentencia confirmatoria de su nobleza de 1453 (Auto del Alcalde Mayor de Sevilla), están aún por determinarse en qué consistieron realmente y cuánto les costó acceder a tal privilegio. 

En el artículo Cristianos contra judíos y conversos de Fernando Suárez Bilbao hemos encontrado algún fundamento para nuestras cábalas de relativización de esos papeles:

“…La conquista de Granada era la prioridad absoluta en el programa político de los RR.CC. Una guerra larga y costosa que solo podía ser sufragada con contribuciones extraordinarias entre ellas de forma especial la de los judíos. Mientras la guerra durara los judíos seguían siendo necesarios para la monarquía… Pero en enero de 1492 la guerra terminó…”

La referencia, por otra parte, en cierto sitio de la Web (nos referimos a una genealogía de los Carreño nada recomendable porque está plagada de errores, publicada en www.euskalnet.net) al hecho de que alguno de los Suárez Carreño habrían tomado parte en la guerra de Granada en su fase final (la toma de Almería) no puede resultarnos sorprendente si tenemos en cuenta que un judío, Samuel Abulafia, tuvo a su cargo el suministro de tropas durante la guerra contra los nazaríes. El reconocimiento de personas concretas de esa comunidad que ocupan posiciones sociales elevadas  y a las que la Monarquía debía agradecimiento por su cooperación financiera no debió ser sin embargo muy significativo, nos dice el autor antes citado, pues los empresarios hebreos fueron sustituidos paulatinamente por otros italianos y por la capacidad de sevillanos, burgaleses y valencianos, muchos de los cuales eran descendientes de conversos. Entre estos últimos creemos que podríamos  situar a nuestros ascendientes Suárez Carreño, una vez han sido “convencidos” de las ventajas de la Cristiandad.

Lo que sí nos resulta sin duda valioso en la citada página web es la hipótesis acerca de un posible origen remoto asturiano de los Suárez Carreño. Al bautizarse el patriarca de la familia que fue poblador de Jerez de la Frontera habría adquirido el apellido Suárez (hijo de Suer) con el añadido de su más que probable lugar de origen: el concejo de Carreño en Asturias.

Carreño, como bien nos informa Wikipedia, es un concejo costero del Principado de Asturias de algo más de 10.000 habitantes con capital en la Villa de Candás, que junto al vecino concejo de Gozón conforma la mancomunidad del Cabo de Peñas. Como nota curiosa diremos que una de las parroquias más antiguas de este concejo (la iglesia derruida era del siglo X) se denomina Carrió. Recordemos al respecto que Carrión es uno de los apellidos toponímicos con los que se nombra a determinada familia judía asentada a la fuerza por edicto real en la judería de Jerez de la Frontera.  

En este trabajo nos vamos a centrar, una vez establecidos en Gran Canaria, en la descendencia de Cristóbal Suárez Carreño, casado con Isabel López, hijo de Alonso Suárez 1 y de María o Isabel Martín.

 

CRISTÓBAL SUÁREZ CARREÑO   ISABEL LÓPEZ 

Según nuestro valioso colaborador, Leonardo Arencibia, quien ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a la investigación de este apellido en la isla, este matrimonio procreó tres hijos y dos hijas a los que identifica sin poder precisar su orden y lugar de nacimiento, aunque nos indica que es probable que nacieran en Sevilla y se casaran en Gran Canaria. Los cinco hijos son: Cristóbal Suárez, casado con Leonor Tello, por quien sigue la línea en esta primera parte del artículo; Antón Suárez, casado con Francisca Molina, por quien seguirá la línea en la segunda parte; Catalina Suárez, casada con Cristóbal de Vergara; y también Inés Suárez y Alonso Suárez, de quienes no conocemos las circunstancias de su vida  si bien sospechamos que este último puede ser el padre de otro Cristóbal Suárez Carreño casado con Isabel Téllez, padres que fueron a su vez de una niña llamada Inés bautizada en El Sagrario en 1543.  

Todos ellos son los ancestros de buena parte de los grancanarios de hoy puesto que, en general, tuvieron una amplia descendencia que se extiende por toda la isla aunque en un primer momento los descendientes de Antón y de Cristóbal se avecindaron en La Vega  y los de Catalina se dispersaron por la zona norte y también por la capital. 

Dedicaremos a continuación, como ya anticipamos, esta primera parte del trabajo a la descendencia de Cristóbal Suárez casado con Leonor Tello y dejaremos para la segunda parte del estudio la descendencia de Antón Suárez casado con Francisca Molina. 

En relación con Catalina Suárez, cuyo linaje no nos alcanza, de ahí que quede relegada en esta investigación, solo diremos ahora que de su unión con el regidor Cristóbal de Vergara nacieron (Libros de bautismo de El Sagrario): Miguel en 1511; María en 1516; Elvira en 1520; Isabel de Vergara en 1521 (casada con García Osorio, hijo de Gregorio Trujillo y Francisca Osorio); Andrés en 1525; e Inés de Vergara en 1530, quien estuvo casada con Gil de Quesada.


HALLAZGO EN EL AHPLP QUE CONFIRMA LOS ASERTOS DE ARENCIBIA

EXTRACTO DEL TESTAMENTO DE CRISTOBAL SUAREZ DE ALBAIDA, CASADO CON ISABEL LOPEZ:

 

En Las Palmas a 14 de abril de1537 ante el escribano Hernando de Padilla, legajo 750

 

“Nombra por sus herederos universales a sus hijos: Catalina Suárez, casada con Cristóbal de Vergara; a Inés González, casada con Cebrián de Torres; a Antón Suárez; a Cristóbal Suárez; y a  Alonso Suárez, al que dice le dio unas 30/40 fanegadas de tierras de sembradura de sequero en el gamonal, la atalaya. Deja unas casas que tiene en la vegueta de Santa Ana a su nieta Isabel de Vergara, hija de Catalina y Cristóbal. Nombra por sus albaceas a sus yernos Cristóbal de Vergara y Cebrián de Torres”.


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CRISTÓBAL SUÁREZ 2 Y LEONOR  TELLO  (Hija de Juan Barrial nacida en Las Palmas en 1508)

Hijos que tenemos contrastados de esta pareja son:

-Juan Suárez Carreño nacido en Las Palmas en 1527, casado con Elvira González, hija de Francisco González y Juana Díaz, por quien continuaremos la línea.

-Isabel Suárez, casada en 1552 con Manuel Hernández.

-Juana Suárez Tello, nacida en 1535 y casada con Juan de Higueras.

-Leonor Tello, nacida en 1540 y casada con Juan González.

-Alonso Suárez, de quien no tenemos certezas si bien creemos por los datos con que contamos que es el padre, con mujer que desconocemos, de Catalina Suárez, casada con Juan de Santa María; de Leonor Tello, casada con un tal Diego; y de una Isabel Suárez, que murió viuda, sin descendencia.

Existen la posibilidad de que sean algunos más los hijos habidos por esta pareja. Quizá Pedro Suárez Carreño el casado con Águeda Suárez de la Fuente pueda ser uno de ellos, y también Antonia Suárez que fue casada sobre 1545 con Alonso Sánchez.

Exponemos a continuación la pista que nos conduce a plantear esta última posibilidad que ha sido tomada del folio 3 vuelto del manuscrito de Fray Juan Suárez de Quintana, folio en el que se describe la descendencia de Cristóbal Suárez e Isabel López:

“Los dichos Juan Suárez y Elvira González vecinos de La Vega de esta isla de Gran Canaria tuvieron por hijos  a Francisco Suárez, Juan Suárez, Cristóbal Suárez, Gregorio Suárez y Pedro Suárez, que todo consta así legítimamente por información a pedimento de los dichos en 13 de enero de 1584, que también está inserta en los dichos papeles de la Ejecutoria de los Suárez, en la cual está por testigo Alonso Sánchez, vecino del lugar de La Vega, casado con hermana del dicho Juan Suárez…”

JUAN SUÁREZ CARREÑO Y ELVIRA GONZÁLEZ

-De este matrimonio avecindado en La Vega contamos con el extracto de alguno de sus respectivos testamentos localizados milagrosamente en la carpeta del Archivo Diocesano: 

“Juan Suarez, labrador, otorgó testamento en dicho año de 1580 ante Lorenzo de Palenzuela (su mujer realiza otro en esa misma fecha) en el que dice que fue casado con Elvira González, hija de Francisco González, y declara por sus hijos a Francisco, Juan, Cristóbal, Gregorio, Pedro y María.”

“Elvira González, su testamento, casó con Juan Suárez, dice que testó (no se indica la fecha) ante Teodoro Calderín, escribano de esta isla, y que tuvo por hijos a Juan Suárez y María Suárez, mujer de Francisco Navarro, y que a esta la dotó ante Lorenzo de Palenzuela.”

Podemos concluir que el segundo testamento de la esposa (el que no está datado) debe ser muy posterior al que realiza al tiempo que su marido en 1580, dictado cuando ella tenía 53 años de edad, pues en este último solo se nombra  a dos de los hijos habidos en el matrimonio (María Suárez, por quien sigue la línea, y Juan Suárez, casado con Estebana Ramos) que son los únicos que permanecen vivos en la ignota fecha en que testa por segunda vez Elvira.

-El testamento en 1601 de Pedro Suárez, uno de los hijos no citados en el segundo testamento de la madre, nos ayuda a datar este último evento (necesariamente posterior a esa fecha) y a descender con confianza hasta el siguiente peldaño: 

“Pedro Suarez, su testamento, hijo de Juan Suarez y de Elvira González; es hermano de Cristóbal Suárez y María Suárez, mujer de Francisco Navarro, y también de Juan Suárez, año 1601.”

MARÍA SUÁREZ Y FRANCISCO NAVARRO

-Partida de Matrimonio. Iª de Ntra. Sra. de Santa Brígida - L 1 - F 128 - Año 1588 

"En esta Iglesia de Señora Santa Brígida, término de la Vega, en 19  de octubre de 1588 años casé y velé yo Mateo Alarcón cura en haz de la Santa Madre Iglesia a Francisco Navarro y a María Suárez, hija de Juan Suárez, difunto, y de Elvira González, su mujer, habiendo precedido las amonestaciones del derecho en presencia de Juan Francisco su padrino y de Esteban Calderín y Andrés Ortiz, vecinos de la ciudad, y de muchos vecinos de la Vega y por verdad lo firmé de mi nombre”. Mateo Alarcón.

-Para confirmar la  descendencia de María Suárez contamos además con un extracto de su testamento dictado ante Andrés Rosales en 1613:  

“María Suárez, vecina de La Angostura, declara que casó primero con Francisco Navarro (viudo de Prisca Hernández Talavera) y tuvieron por hijos a Juan (por quien seguirá la línea), Vicente y Francisco con los que hizo partición de bienes. Casó por segunda vez con Alonso Naranjo”.

-Las pruebas de 1606 que hizo su segundo marido son la prueba definitiva de que estamos bien encaminados en los entronques del linaje que hoy describimos:

“Alonso Naranjo y su mujer María Suárez hicieron pruebas ante la Inquisición y dieron por padres a Francisco Naranjo Pérez y María Morales y por abuelos paternos a Alonso Naranjo y a Elvira Ramos y maternos a Rodrigo de la Fuente y Catalina González. La María Suárez dio por padres a Juan Suárez y Elvira Gonzálezpor abuelos paternos, a Cristóbal Suarez y Leonor Tello, y maternos a Francisco González y Juana Díaz; aprobadas en el año de 1606”.

-El testamento de su primer marido nos viene a dar certezas acerca de su descendencia:

“Francisco Navarro, su testamento, casó primero con Prisca Hernández, hija de Luis Hernandez Talavera y Leonor Afonso y tuvo a Leonor y Francisca; y en segundas nupcias con María Suárez tuvo a Juan, Cristóbal, Vicente y Francisco, año 1601, protocolado el folio 179 ante Alonso Fernández de Saavedra”

-Las pruebas siguientes nos permiten, finalmente, identificar al tercero de sus hijos, Vicente Navarro, y plantearnos, antes de bajar al siguiente peldaño, hacer un pequeño alto para  recapitular sobre la genealogía de los Navarro:

“El capitán Vicente Navarro hizo pruebas en 1651, hijo de Francisco Navarro y María Suarez, abuelos paternos Francisco Navarro y Francisca Núñez y abuelos maternos Juan Suarez y Elvira González”.


FRANCISCO NAVARRO

FRANCISCA NÚÑEZ

JUAN SUÁREZ

ELVIRA GONZÁLEZ

FRANCISCO NAVARRO

MARÍA SUÁREZ

 VICENTE NAVARRO

 



El dicho capitán, Vicente Navarro,  hermano de nuestro ancestro Juan Suárez 2,  estuvo casado con Constanza Rodríguez e hizo testamento en 1648 ante Alonso Castrillo declarando que tuvo por hijos a María Suárez, mujer de Juan Luis, a Juana, a Leonor, a Francisco, a Alonso y a Ana.


CONTINUIDAD DEL LINAJE

JUAN SUÁREZ Y JUANA LÓPEZ MUÑOZ

-Partida de bautismo

"Juan, hijo de Francisco Navarro y de María Suárez su mujer, vecinos de La Vega, fue bautizado por mí Mateo Alarcón cura en Señora Santa Brígida en 17 de octubre de 1589 años, fueron padrinos Juan Naranjo y María de Torres, su prima, y por verdad lo firmé de mi nombre”.  Mateo Alarcón.

-No hemos localizado aún la partida de este matrimonio pero podemos asegurar  a los lectores  que Juan Suárez y Juana López, hija de Miguel López, tuvieron al menos doce hijos con los que entroncamos la mayoría de los grancanarios de hoy, entre ellos Bartolomé Suárez por quien sigue la línea. 

BARTOLOMÉ SUÁREZ Y ANA DE CASTRO 

 

-Partida de matrimonio

"En la villa de Agüimes estando en el Barrio del Ingenio en 15 del mes de octubre de 1674 yo Mateo Pérez Villanueva cura de la Parroquial de Señor San Sebastián de dicha villa case in facie ecclesiae a Bartolomé Suárez con Ana de Castro… el dicho Bartolomé Suárez era viudo de Margarita Macías, vecinos del lugar de Teror, y la dicha Ana de Castro, vecina de esta dicha villa, hija legítima de Bartolomé Cazorla, difunto, y María de Umpiérrez; fueron padrinos Manuel Suárez y su mujer Tomasa López, asistieron por testigos presentes el alférez Joan López Salazar, alcalde ordinario, D. Joan Cigala, escribano, Joan de Toro, el capitán Joan de Quintana, D. Marcos Estupiñán, Joan de Ávila, todos vecinos y estantes en dicha Villa y Barrio del Ingenio y para que conste lo firmé”. Mateo Pérez Villanueva.

 

-Puesto que la partida de matrimonio no señala los padres del novio por ser este viudo, creemos conveniente afianzar el entronque mostrando a los lectores la correspondiente partida de bautismo: 

Iglesia del Sagrario (Las Palmas) Libro 8 - Folio 209 Vto - Año 1632.

"Bartolomé, hijo de Juan Suárez y de Juana López, su legítima mujer, fue bautizado en esta Santa Iglesia en 3 de mayo de 1632 años, fue su padrino el Ldo. Juan Suárez (...) Racionero de la dicha Iglesia, vino a la pila de veintiún días de nacido”. El Bachiller D. Alonso Pacheco Solís.

 

FRANCISCO SUÁREZ NAVARRO Y GREGORIA DE OJEDA

 

-Partida de matrimonio:

"En el lugar de Teror en 25 días del mes de septiembre de 1698 Yo el Bachiller Juan Rodríguez de Quintana Cura de la Parroquial de nuestra Señora del Pino de dicho lugar casé y velé según orden de nuestra Santa Madre Iglesia a Francisco Navarro hijo legítimo de Bartolomé Suárez Navarro y de Ana Cazorla con Gregoria de Ojeda viuda de Andrés Hernández, todos vecinos de este lugar … testigos presentes Francisco Pérez, Juan Magás de Montesdeoca y Juan Domínguez y otras muchas personas confesaron y comulgaron para casarse hoy dicho día de todo lo cual doy fe”. El Bachiller Joan Rodríguez de Quintana.

 

JUAN SUÁREZ DE OJEDA Y CATALINA FALCÓN

 

-Partida de matrimonio:

"En el lugar de Teror en 24 del mes de mayo de 1738 años yo D. Francisco Ramos de Quintana de licencia parroquial asistí a la celebración del Santo Sacramento del matrimonio y casé y velé in facie ecclesiae a Juan Suárez hijo legítimo de Francisco Suárez y de Gregoria de Ojeda, difunta, con Catalina Falcón viuda de Francisco Moreno y vecinos de este lugar … están dispensados de tercero grado por el Ilustrísimo Señor Obispo D. Pedro Manuel de Ávila y Cárdenas obispo de estas islas de Canarias del Consejo de su majestad … siendo testigos presentes a dicho matrimonio Blas Mateo, Isidro Reyes y José Díaz y por verdad lo firmé”. Fdo: Domingo Marrero  y Francisco Ramos de Quintana.

 

JUAN SUÁREZ Y JUANA ORTEGA

-Partida de matrimonio:

"En el lugar de la Vega a 4 de Agosto de 1777 años, habiéndose hecho las tres proclamas… no ha resultado impedimento alguno sino el de cuarto grado de consanguinidad en que fueron dispensados por el Ilustrísimo señor D. Fray Juan Baptista Cervera, Dignísimo obispo de estas Islas, mi señor, Yo Francisco Antonio Cabrera y Quintana cura de dicho lugar … casé in facie ecclesiae a Juan Suárez, hijo legítimo de Juan Suárez y Catalina Falcón, vecinos de dicho lugar de Teror, con Juana de las Mercedes Ortega, hija legítima de Juan de Ortega y María Suárez, vecinos de este dicho lugar, siendo testigos presentes Gregorio Medina, sacristán mayor, Bernabé de Vega y Bartolomé de Vega y otros muchos vecinos de este dicho lugar y así mismo recibieron las bendiciones nupciales y para que conste lo firmé”. Francisco Antonio Cabrera y Quintana.

 

MARÍA DE PINO SUÁREZ Y JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

-Partida de matrimonio:

"En el lugar de la Vega a 17 de Abril de 1795 años … yo Francisco Antonio Cabrera y Quintana cura de dicho lugar … casé in facie ecclesiae a José Antonio González, hijo legítimo de Baltasar González ya difunto y Bernarda Lezcano con María del Pino Suárez, hija legítima de Juan Ramón Suárez y de Juana Ortega, todos vecinos de este lugar siendo testigos presentes Bartolomé Pérez y Manuel Henríquez y otros vecinos de este lugar. Y asimismo recibieron las bendiciones nupciales y lo firmé”. Francisco Antonio Cabrera y Quintana.

 

BREVE RECAPITULACIÓN

 

Con la desaparición del apellido Suárez en el peldaño X de la escala genealógica concluimos por hoy la tarea esperando que esta primera parte del trabajo sobre los Suárez Carreño haya sido útil a los aficionados a la historia familiar de Canarias para entroncar apropiadamente a sus antepasados portadores de dicho apellido. Sirva de comprobación de su importancia genealógica el hecho de que los tres firmantes de este artículo, sin ser familiares entre sí, tenemos como ancestro común a Cristóbal Suárez Carreño casado con Isabel López, tronco de esta familia en Gran Canaria.


domingo, 4 de febrero de 2024

Prólogo a Los Semidanes de Canarias de Roberto Hdez Bautista





PRÓLOGO

 

Faneque Hernández Bautista

Profesor de Historia de Educación Secundaria 

Año 2012

 

Resulta cuanto menos extraño que sea yo, uno de sus seis hermanos, quien asuma la responsabilidad de prologar esta publicación de Roberto Hernández. Que nadie quiera ver en ello condescendencia alguna a la hora de valorar su trabajo. Se trata de una hermandad que sobrepasa los lazos familiares y que nos une aun más que la propia sangre; me refiero al amor por la cultura e idiosincrasia del pueblo canario a quien servimos como profesores de Ciencias Sociales de educación secundaria, en horario laboral, y como estudiosos de su historia en el tiempo que podemos quitarle a la familia.

Cada escrito que pergeñamos, literario o histórico, es objeto de una profunda revisión crítica por parte del otro, aportándonos sugerencias e ideas y corrigiéndonos erratas y errores mutuamente. Pero esta vez me encarga Roberto la responsabilidad de un prólogo y estas son palabras mayores pues quedan escritas para siempre y pueden ser leídas por personas que desbordan el círculo de dicha hermandad cultural.

Trataré pues de ponerme a la altura de este magnífico trabajo de investigación sobre los Semidanes de Canarias en el que su autor demuestra un dominio exhaustivo de todas las fuentes conocidas sobre el tema para ilustrarnos, con muy interesantes conclusiones, sobre las claves del poder aristocrático ejercido por la familia real canaria y sobre el papel crucial que juegan en la transición entre el mundo indígena y el colonial europeo hasta conformar la Canarias mestizada de hoy.

Estas ideas, que sé de seguro que compartimos, se expresan de forma  bella y directa en el Manifiesto de El Hierro de 1976, un posicionamiento indigenista de intelectuales y artistas canarios en los albores de la democracia para intentar salir de la oscuridad de los tiempos coloniales:

 

La pintadera y la grafía canarias son símbolos representativos de nuestra identidad. Afirmamos que han sido un estímulo permanente para el arte canario. Reclamamos la legitimidad del origen autóctono de nuestra cultura.

Nunca podrá ser destruida la huella de nuestros orígenes. Ni la conquista, ni la colonización, ni el centralismo, han logrado borrar la certidumbre de esta cultura viva. No negamos los lazos que nos unen a los pueblos de España, pero reivindicamos nuestra propia personalidad.

En el proceso histórico, hemos asimilado aquellos elementos que han servido para conformar nuestra peculiaridad, y rechazado lo que no se acomodaron a ella. Nuestra universalidad se fundamenta en nuestro primitivismo.

Contra el tópico del intimismo, nuestra vocación universal. Contra la pretensión de cosmopolitismo, nuestra raíz popular. Contra la acusación de aislamiento, nuestra solidaridad continental.

 

 

No voy a glosar paso a paso la obra que tienen delante. Prefiero embarcarme en la aventura de profundizar en sus valiosas conclusiones con unos planteamientos que van más allá de la lectura de este novedoso trabajo y de los que solo yo me hago responsable. Es sin duda pretencioso por mi parte, como prologuista,  recapitular sobre las conclusiones alcanzadas en este ensayo, pero lo voy a hacer, sin ambages, amparado en la tranquilidad que me da el hecho de reconocerme enamorado de la investigación histórica y no propiamente historiador y de contar, además, con las bendiciones del autor para escribir sobre su obra y a partir de su obra con toda la libertad del mundo. 

Arriesgada tarea, no obstante, porque soy consciente de que planteo unas consideraciones que a buen seguro contribuirán a crispar a algunos sectores de la comunidad científico-social de las islas. Opino que, en ocasiones, dicha comunidad suele sentar cátedra sobre cosas que no comprende pues  quiere explicar con mentalidad eurocéntrica y patriarcal lo que solo puede ser explicado desde la idiosincrasia de las etnias bereberes y desde la perspectiva más global de las culturas mediterráneas de África del norte anteriores a la islamización. 

Planteo, en primer lugar, tratando de ir al grano, que este trabajo es un reconocimiento a la singularidad del poder ejercido por la aristocracia indígena antes y después de la incorporación de las islas de realengo a la Corona de Castilla, islas en las que la nobleza indígena va a participar en los repartimientos como miembros destacados que fueron del ejército conquistador. 

Tenesor está al frente de la compañía canaria que rescata a Miguel de Mujica y a sus ballesteros vascos en la matanza de Ajódar. Participa también con tropas auxiliares indígenas en los sitios de Bentayga, Titana y Ansite donde finalmente, “gracias a su industria y consejos” se alcanza el acuerdo por el que Gran Canaria va a pasar a formar parte de la Corona de Castilla.

La compañía militar comandada por su hermano Maninidra jugó, además,  un papel relevante en la conquista de La Palma y absolutamente determinante en la conquista de Tenerife. Como resultado de ello, los canarios que conforman esta unidad, miembros de la familia real y de la aristocracia indígena, van a ser galardonados con numerosos lotes de tierras y aguas pasando a formar parte de la oligarquía insular grancanaria, palmera y tinerfeña desde los primeros momentos de la colonización. No debemos olvidar que esta es una de las razones por las que el territorio de las islas se incorpora a la Corona de Castilla como Reino de Canaria (sic) y por las que el archipiélago, en su conjunto, adquiere inicialmente la denominación de Islas de Canaria.

A propósito de la confusión planteada por ciertos editoriales incendiarios debemos reconocer que la isla gobernada por los Semidanes era efectivamente denominada de “Canaria” por sus propios habitantes desde tiempo inmemorial, probablemente desde la arribada a la isla, en una segunda oleada de poblamiento, de un contingente tribal norteafricano, los Canarii de Plinio, en el marco de una empresa colonizadora impulsada por Roma.

 Tenemos que rechazar no obstante las descalificaciones que se hacen en dichos editoriales a la denominación de Gran Canaria por el hecho de que son las autoridades políticas y militares de la potencia invasora las que otorgan tempranamente el título de Grande a esta isla, no por las dimensiones de la misma sino por el esfuerzo denodado de sus habitantes para resistir ante distintos intentos de invasión a lo largo del siglo XV, tal y como se hace constar  en diversas cédulas reales signadas entre otros monarcas por los Reyes Católicos. 

Sirva como ejemplo este fragmento, que reproducimos, de una ejecutoria conservada en Simancas, en la que se describe el segundo secuestro de Abenchara, la que fuera reina de Canaria, mejor conocida en la corte como Juana la canaria:

 

AS RS 1491 Febrero 21 Sevilla

Don  Fernando e Doña Ysabel, etc., salud e gracia.

Sepades que en el nuestro consejo fue querellado por vna petición dada por Juan de Guzmán canario en nombre de Juana Canaria, su tía, disiendo que al tiempo que se tomó la ysla de Gran Canaria e fue sometyda a nuestro seruicio, la dicha Juana se tornó christiana y quedó libre con los otros canarios que nos mandamos que fuesen libres, y que el gouernador Pedro de Vera fisyera vna armada para yr a la ysla de Tenerife e quisyera en ella llevar algunos canarios, e que algunos de los dichos canarios, temyendo que los querya traer a vender a Castilla, se absentaron, entre los quales se absentara el marido de la dicha Juana Canaria. E el dicho Pedro deVera governador tomara a la dicha Juana e la metiera en un navío, e la fisiera traer a estos nuestros rrcynos de Castilla, dyciendo que rescibia de noche a su marido en su casa, e que estaba fuydo, e la troxeran a la dicha ciudad de Xerez, e la vendieran a Nicolás Muños, vesyno desa dicha ciudad…

 

En segundo lugar, me arriesgo a plantear, a partir de los hallazgos documentales de Roberto Hernández, otra cuestión que puede resultar polémica porque rompe con esquemas sesgados de la historiografía a la hora de explicar la sucesión en la dinastía de los Semidanes. Defiendo la hipótesis, como buena parte de los historiadores contemporáneos, de  que el trono del reino insular se hereda por sucesión matrilineal, de guayarmina (reina) a princesa mastegena (heredera del trono), o lo que es lo mismo, de madre a hija de mayor edad en la dinastía real; y en caso de no tener descendencia femenina, de guayarmina a hermana mayor de la reina y de esta a su descendencia femenina por orden de primogenitura. Pero añado la idea fuerte de que los guanartemes o reyes, lo son solo en tanto que esposos de la reina y los faysages o sumos sacerdotes, solo en tanto que tíos de la reina, hermanos varones de su madre. 

El esquema sucesorio se complica, sin embargo, cuando la isla se fragmenta en dos reinos a mediados del siglo XV. La partición del territorio insular entre los primos Egonayga y Ventagoye, guanartemes de Gáldar y Telde respectivamente, derivada de algún problema sucesorio en el linaje de Andamana, genera disensiones en cuanto al orden dinástico a la hora de establecer las regencias de ambos reinos, pero solo hasta el momento en que Arminda, la princesa mastegena, la indubitada heredera del trono insular, una vez restablecida la línea dinástica, alcanzase la mayoría de edad, convirtiéndose en guayarmina de toda Canaria. Este  hecho no ha sido cuestionado  por ninguno de los cronistas e historiadores a la vista del ruidoso ceremonial de la entrega de la joven en julio de 1483 a las puertas del Real de Las Palmas, pudiendo por tanto establecerse que el linaje femenino que otorga el derecho al trono insular emana de Atendiura, la madre de Arminda y primera esposa de Egonayga.

 Las capturas sucesivas de las mujeres designadas guayarminas regentes de Canaria, primero la de Tenesoya (defiendo que Tenesoya es la segunda esposa de Egonayga gracias a cuyo matrimonio este se mantiene al frente del guanartemato tras la muerte de Atendiura), y más tarde la de Abenchara, son hechos que pensamos que no pudieron ser fortuitos sino programados. De ahí que la siguiente en el orden dinástico, la llamada con toda razón Guayarmina, la hija mayor de Abenchara, fuese conducida prontamente, junto a la pequeña Arminda, hacia las cumbres más remotas para ser alejada del asalto de los secuestradores de reinas pasando a ser la última reina regente de la isla una vez casada con el príncipe teldense Bentejuí.

            Pensamos que en relación directa con estos hechos se sitúan los viajes a la Península del guanarteme regente de Telde, Aymedeyacoán en 1481, y del guanarteme regente de Gáldar, Tenesor Semidán en 1482, para rendir vasallaje a los Reyes Católicos. En el primer caso, es la hija de Aymedeyacoán, Tenesoya, capturada en Bañaderos y canjeada por un centenar de prisioneros cristianos, quien más tarde decide abandonar la isla por voluntad propia, la que desde su residencia en Lanzarote pudo servir de enlace para organizar dicha expedición encaminada a denunciar las tácticas de tierra quemada del gobernador; en el segundo, es la esposa de Tenesor, la reina Abenchara, la que resulta apresada y embarcada con urgencia hacia la Península, siendo entonces el espía Juan Mayor, desde la casa fuerte de Agaete, el encargado de negociar con el guadarteme las condiciones de su entrega. 

Todo esto es ciertamente complicado,  pero me aventuro a sostener que los raptos de ambas mujeres fueron acciones organizadas por las autoridades militares castellanas, con el consentimiento real, conocedores del papel que estas jugaban  como pilares de la soberanía insular canaria, y habida cuenta de la pérdida de legitimidad de los guanartemes si hacían desaparecer subrepticiamente a las figuras reales femeninas que eran el sustento del  poder. No puede ser verdad que dos reinas regentes, tratándose de quiénes se trata, fuesen apresadas de manera fortuita. Las cuadrillas que realizaron dichas capturas tenían que estar avisadas sobre el día y la hora en que las guayarminas acudían a  ciertos bañaderos para realizar  sus ritos de purificación, para, con su rapto, forzar  la división y la guerra civil entre los canarios, como así ocurrió.

 

Finalmente, y en tercer lugar, extraigo del trabajo de Roberto Hernández una propuesta de ruptura clara con la idealización del mundo aborigen con las nos suele apesadumbrar la historiografía de tintes románticos. Es un trabajo que denuncia la opresión de la clase dirigente, de una aristocracia estamental de rasgos feudales que sojuzga a la mayoría de la población, los llamados trasquilados, con mano absolutamente férrea para defender sus privilegios y servirse del trabajo de la comunidad humana a la que explotan.

Es un modo de organización social y económico muy desigual, no prehistórico-neolítico, como defienden algunos autores por el hecho de que no contasen con metalurgia, conocimientos que con seguridad tenían en origen y que hubieron de abandonar en las islas por la ausencia de minerales metálicos, sino histórico propiamente dicho, de la plenitud de la Antigüedad (modo de producción esclavista) en el momento de su arribada a las islas y en transición hacia la Edad Media (modo de producción feudal) en el momento de la conquista castellana.

 Son múltiples los argumentos para sustentar estas ideas: la supremacía de un grupo oligárquico, los Semidanes, que gobierna la isla con la estructura política centralizada propia de un estado en el que los guayres o señores de la guerra tienen no obstante importantes prerrogativas y poderes; la existencia en Gáldar de un núcleo capital con un urbanismo desarrollado (plazas, templos, red de  viviendas organizadas en torno a calles y avenidas, silos fortificados en sus proximidades) y de doce feudos o guayratos dependientes; con un control casi absoluto de los importantes excedentes de producción gracias al desarrollo de la agricultura de regadío; con un dominio secreto de la escritura y de los conocimientos astronómicos sobre los que fundamentan su poder teocrático; con unos ritos funerarios, como el de la momificación, que les estaban reservados; con unos  privilegios abusivos sobre el pueblo llano como el derecho de la primera noche, la exención de pagar tributos o el desprecio hacia las tareas agrícolas, ganaderas o artesanales, bases de la economía, que eran consideradas serviles, impropias de su dignidad, etc., etc., etc.

Destaca Roberto en sus conclusiones que, si bien la casta dirigente mantiene una parte de sus privilegios en la nueva sociedad y deja amplia descendencia que llega hasta nuestros días, lo más remarcable es que el resto de la población aborigen masculina, la de baja condición según los esquemas sociales de la época, fue abandonada a su suerte, sufriendo los embates de la esclavitud, de la deportación, de las levas militares y los enrolamientos forzosos en las empresas de colonización americanas, procesos en los que los Semidanes no interpusieron al parecer demasiadas objeciones a cambio de mantener para sí ciertas prerrogativas como parte de la nueva oligarquía dominante; entre ellas, la de contar con esclavos guanches, moriscos o negros que en la explotación de sus tierras sustituían como mano de obra a los trasquilados o de quedar eximidos de las levas a Berbería después de plantear colectivamente sus quejas por considerarse cristianos viejos y castellanos de pro.

Concluiré este prólogo celebrando la publicación de este exhaustivo trabajo de investigación sobre el grupo dominante en la sociedad indígena canaria, un trabajo que abre las puertas con sus interrogantes y asertos  a estudios de mayor calado que de seguro ahondarán en las líneas de investigación propuestas en sus novedosas conclusiones finales. Con aportaciones lúcidas y serias como las de este ensayo, iremos resolviendo paso a paso las claves de la compleja sociedad que habitaba las Islas Canarias hasta el siglo XV, cuyas secuelas se mantienen vivas hoy en la singular idiosincrasia de un pueblo que cultiva desde sus raíces ancestrales un frondoso drago septenario, ahora por suerte en el marco de una sociedad más diversa, justa e igualitaria.

Suelo completar los prólogos que me encomiendan los amigos con un poema de mi propia cosecha. Esta vez no iba a ser menos; así que me despido, hermano, agradeciendo el honor de prologar tu meritorio trabajo, con un soneto titulado “Atis Magro”, un canto a la identidad de nuestra tierra y a una de sus señas, el Roque Nublo, símbolo ancestral que nos invita, como ciudadanos canarios del siglo XXI, a soñar algún día con la consecución de un libre y esperanzador país de los atlantes con tres milenios de historia a las espaldas. 

 

  Salud y república canaria.

 

 

 

ATIS MAGRO

 

Dorado pilar pétreo que idolatro,

alzado en la tribuna de los dioses,

a los pies de tus negros farallones

te reitero el juramento:¡Atis Magro!

 

Dorado pilar, sostén del espacio,

venerándote, rendimos honores

para hacer realidad aspiraciones

del país de los dragos milenarios.

 

Dorado pilar de roca fundida

en la fragua abisal del Atlántico,

irguiéndote altivo, entre las brumas,

a pesar de los siglos de ignominia,

nos anuncias el momento esperado

de la quiebra de rancias ataduras.



 

viernes, 2 de febrero de 2024

Sobre los Barrabás y otros dichetes de Agüimes

ENTREVISTA A RAFAEL BORDÓN SANTANA

 




SOBRE LOS BARRABÁS Y OTROS  DICHETES DE AGÜIMES

 

RAFAEL 

Antes que nada buenos días, Faneque,  bienvenido a mi casa.  Es un orgullo y un honor que te hayas sentado en mi cocina porque eres de las fuerzas vivas del pueblo.

FANEQUE

Gracias por la acogida, tuya y de Teresita Ruano, tu mujer. Como ya sabes, vengo a recoger tus recuerdos sobre los dichetes de Agüimes con especial atención a los Barrabás porque estoy escribiendo una obra de teatro sobre el motín de 1708 donde uno de los protagonistas recibe ese apodo de Barrabás.

RAFAEL

Las noticias que tengo yo de los Barrabás me las dio un tal Damián, hijo de un tal Juanito Ángel Suárez que fue a Cuba e hizo fortuna que viene a ser el abuelo de Cati, la concejala de nuestro ayuntamiento. Entonces, ese hombre estaba en Cuba e hizo fortuna. Se dedicaba a vender leche y forraje en la ciudad. Y tenía gente trabajando con él. Los de Agüimes iban a su propiedad en Santa Clara porque Juan Ángel los acogía hasta que encontraban algo. Los Barrabás eran Artiles de apellido. Este Barrabás que digo  es abuelo de Domingo Artiles el que trabaja en el ayuntamiento.  Se llamaba José Artiles y estaba en la casa cubana de Juan Ángel, el paisano de Agüimes, pero había otro de Ingenio que se llamaba igual, José Artiles, por lo que había jaleo a la hora de llamarlos y eran más o menos de una edad. Este José Artiles de Agüimes que era un hombre alto, fuerte, de trabajo, dijo entonces para hacer más fácil la cosa: “Mira, a mí me dicen Barrabás”. Esto me lo contó, como te dije, Damián el hijo de Juan Ángel Suárez.

Yo conocí bien a José Artiles al que llamaban Pepito Barrabás. Era un hombre alto, fuerte. Tenía una labranza por ahí, cerca del pedregal camino del cementerio, por la plaza, un poco más arriba. Era un hombre bien amañado y capaba cochinos y burros también. Cuando los burros eran muy ariscos, el caparlos los amansaba. Lo  cochinos se capaban a los ocho días de parida la cochina porque el cochino cuando llega a los seis o siete meses da olor la carne. Si no se capan, la carne da olor a macho. Había unos cuantos bien amañados que capaban cochinos: Luisito Caballero, Bartolo Suárez  y Pepito  Barrabás. Así lo llamábamos. Pepito era un hombre muy popular en Agüimes. Se casó en Cuba y vino con una mujer que era descendiente de Miguel Ángel de Agüimes, por eso los hijos son Artiles Caballero. 

Vivía cerca de lo que hoy, vamos a ver, sitúate en el hotel de los camellos, la otra casa tirando para bajo que hay una tienda, no, sino  la otra casa que pega por debajo que tiene un granero donde hay una entrá que da a los Mauricio.  Allí vivió Pepito Barrabás toda su vida. Creo que esa casa se quedó con ella su hija Maruca Artiles que se murió no hace mucho. De sus hijos varones, el más viejo era Domingo, el padre de Domingo el del ayuntamiento, después venía Antonio y después Fernando. Antonio es un poco más viejo que yo y Domingo de mi edad. Todos tres han muerto.

 

Me acuerdo también de una hermana de Pepito Barrabás que se llamaba Chanita que vivía en el Ejido aquí donde está el supermercado Álvarez. Era una mujer muy alta que rezaba mucho. Chanita tenía tres o cuatro hijos en la península durante la guerra. Entonces no estaban las casas baratas y se veía la cruz de la montaña de Agüimes y ella todos los días por la mañana desde que se levantaba, toda vestida de negro, se ponía rezando para la cruz para que no les pasara nada a sus hijos y volvieran sanos a casa.  Esta Chanita,  hermana de Pepito Barrabás viene siendo familia de Fernando el de los Sombreritos. Es la abuela de Manolo Carretero casado con una hermana de Alejandro el de los Sombreritos.

 

Conocí bien a otro hermano de Pepito Barrabás que le decían Media Carrera, Antonio Media Carrera. No estaba bien de la cabeza, era solterón y vivía con otra hermana soltera precisamente en la casa que está pegada, por arriba, a la casa de los camellos, la que está medio abandonada. Eran los dos solteros y tenían la labranza pegada a la de su hermanos. Imagino que eran tierras de los padres que se dividieron. Media Carrera estaba medio abandonado. Los chiquillos le teníamos miedo pero luego no hacía nada. Yo recuerdo que con palmas hacía hilo y se cosía la ropa y por lo visto tenía vacas pero lo tenía todo abandonado.

Conocí como ves a varios hermanos  y al único que llamaban Barrabás era a Pepito,  no porque fuera el dichete de la familia sino porque él se puso ese nombre para que lo distinguieran del otro José Artiles. Los Barrabás de hoy son los descendientes de Pepito, cuyos hermanos no eran Barrabás pues como ya te dije él mismo se puso el dichete para que no lo confundieran con otro que se llamaba igual. De ahí para acá sí vienen los Barrabás que son los hijos y los nietos de Pepito. 

En cuanto a otros dichetes célebres de Agüimes te diré que en mi caso nos dicen los Purriones. Por lo visto mi bisabuelo era medio gago y no pronunciaba bien el porrón sino que decía el purrión y en la siega decía “Trae el purrión” cuando tenía sed y así se quedó.

En cuanto a los Pasúos que son García de apellido no conozco el motivo de ese dichete.

FANEQUE

Ahí te puedo dar mi opinión pues encontré un dichete similar en la parte de Gáldar siglos atrás y allí con lo de Pasudos querían decir que tenían el pelo como pasas, es decir muy negro y muy rizado, queriendo reflejar que eran descendientes de negros. Imagino que aquí podría significar lo mismo.

RAFAEL

Yo recuerdo a un tal Agustín García “el Pasudo” que era hijo de Juanito Abrante. Juanito era el recadero del ayuntamiento pero no sabía leer ni escribir. Juanito era un hombre chiquito. Cuando le decían vete a tal sitio y dile tal cosa a fulano entonces él se iba repitiendo lo que tenía que decir para no olvidarse del recado. 

Sobre el dichete Diez Mil te diré que Juan Diez Mil, que era González de apellido,  emigró y estando en Cuba se ganó una lotería de diez mil duros. Eran una familia muy humilde que no tenían ni donde vivir y ese hombre viene con diez mil duros a Agüimes. Imagínate, con ese dinero se podía comprar medio Agüimes. Compró terrenos de labranza y se convirtió en un labrador fuerte. Se casó con una hija de otros labrador. El presumía de aquel dinero y pegaba a pagar copas y empezó a relacionarse con otra gente y la gente empezó a decirle Juan Diez Mil Duros. De ahí viene el apodo al que luego le quitaron los Duros.

De los Pursianos no sé decirte. 

FANEQUE HERNÁNDEZ: 

Yo oí decir a uno de ellos, hermano de Chani, la mujer de Domingo Caballero, que lo de Pursianos venía de principios del siglo XX con la I Guerra mundial, también llamada la guerra del catorce. Parece ser que un ascendiente de ellos era partidario del bando que lideraba Prusia y de ahí vino lo de Prusianos o Pursianos.

RAFAEL

De los Parteros te puedo decir que son los Méndez del Ejido, famosos luchadores que también les decían los gatos. Hay muchos parteros en Agüimes. Precisamente, la mujer de Domingo Caballero, Chani, es Pursiana por parte de padre y Partera por parte de madre. Eso viene porque había una señora en Agüimes que era partera. Era la bisabuela de Chani y los hijos se quedaron con ese dichete.

Los Gatos eran tres hermanos Melchor, Vicente y Pedro. Los gatos y los parteros eran lo mismo. Sin embargo, una hermana de estos se fue al Carrizal pero allí les decían solo los Gatos.

FANEQUE

Por lo que cuentas, Rafael, los dichetes se aplicaban solo a las familias humildes. ¿Cierto?

RAFAEL

La mayoría de los apodos eran de las familias pobres. Yo no recuerdo dichetes de la gente rica, pero déjame seguir con los dichetes de los que me acuerdo.

Los Davines eran en el barrio donde dicen el cuartel. Allí vivían y se dedicaban a la arriería. Tenían sus mulos y sus bestias y se dedicaban a llevar cosas de un sitio para otro. El primer de los Davines parece ser que era un hombre muy popular Yo no conocí a él sino a su descendencia. Eran la única familia que tuviera de nombre de pila a un tal David y así quedaron sus descendientes como los Davines . Iban a la cumbre a traer retama para calentar los hornos o también aulagas. Yo conocí a uno de ellos que iba con el padre y daba dos viajes diarios a la cumbre a buscar retama. Llegaban al aclarar el día y ya tenían la carga de la mula cortada y preparada desde el día anterior. Cargaban la mula y venían para Agüimes. El padre le decía al hijo: “La mula se sabe el camino” y era verdad. Llegaba hasta la panadería de Agüimes y a veces iban a Ingenio. Dejaba la carga y volvía otra vez parriba pa’ la cumbre. Llegaba hasta el Pinillo, Zamora, los Guaniles más o menos las montañas que vemos desde aquí pues la retama es de sitios altos. Cuando llegaban cobraban pan en vez de dinero. La mula, decía el padre, es la comida de la casa. Estos Davines llegaron a tener barracos es decir machos para montar a las cochinas. Hasta que la cochina se cubriera ellos le llevaban el macho y de ahí quedaron también estos Davines como los Barracos.

 

Como anécdota te voy a contar que para un mismo apellido según cómo lo pronunciaras se podía diferenciar a los ricos de las pobres. Había forma de hacerlo. Los ricos eran por ejemplo don Francisco Herrera, don Cristóbal Herrera, etc. Después estaban los otros que eran pastores emparentados con los Bordones y a estos los llamaban Jerreras: Pancho Jerrera, Chanito Jerrera, el de los ciegos, y otros. Así es que el mismo apellido se pronunciaba diferente según fueran ricos o pobres. Había por cierto un Pepito Jerrera que sabía leer y cogía el periódico y silabeaba un rato hasta encontrarle sentido a un titular y cuando por fin lo entendía la repetía en voz alta para asombro de los demás.

 

Los Paleros son una familia muy grande. Hay uno que es carpintero bueno. Esta gente tenían en Pajonales de la Casa Blanca para arriba y les decían los Pajonaleros pero luego se vinieron p’al pueblo y así fue perdiendo el nombre de Pajonalero y pasó a ser Palero. Son de apellido Ortega y hay uno que le dicen Miguel o los Miguelillos. Había varios que se llamaban Miguel. Lo mismo que pasó con los Davines. Dentro de esos mismo Paleros estaban los Migueles porque uno de ellos se llamaba así y era muy simpaticón.

Otros eran los Moñigos, pastores que viven en Las Cruces. Esa gente procedía de La Pasadilla según me cuentan los hijos. Se establecieron por aquí. Eran de apellido González y conocí entre otros a Pepito el Moñigo. Tenían fama esta gente de no ser muy limpios en el sentido de la elaboración del queso. Se decía “No le compren el queso a fulano” y esto era por los utensilios que se usaban para eso. Solían vender queso en las tiendas pero nadie quería el queso de la Moñiga.

Los dichetes se pueden usar para faltarle a alguien pero cuando se usan para identificar a una familia entonces no molestan. Cuando se dicen de forma ofensiva o de guasa sí molestan. A mí me resulta normal que me digan que yo soy de los Purriones. No obstante yo me crie en una casa de familia rica de Agüimes aunque mis padres eran labradores. Mi madre vivía en casa de doña Belén en la misma casa que ahora tiene Tina Rosa. En ese casa me crie yo hasta los 20 años. Mi madre no era la sirvienta de doña Belén y de don Rafael. Por cierto, de ahí viene mi nombre. Aunque tenían hijos adoptaron a mi madre que era santanera aunque es verdad que ella no tenía los mismos derechos. Era considerada una hijastra. Ayudaba en la casa y era como una muchacha de compañía. Eran tantos los niños de la casa cuna que se llamaba a adoptarlos. Mi madre se crio en un ambiente rico. Era muy conversadora. Mi padre era labrador con unas pocas tierras en propiedad y medianero de gente rica. Se llamaba Pancho Bordón y mi madre, Germana Santana y mi abuelo por parte de mi padre Juan Bordón Caballero de quien otro día hablaremos. Yo fui a la escuela por mi madre. Mi padre decía que el hombre que no sabe coger un arado u ordeñar una vaca es un desgraciado. No sabía más que de labranza y de mirar el cielo a ver si llovía. Mi madre cuando se casó le hicieron la casa, le dejaron terreno agua en la heredad. A los viejos, les llamábamos madrina y padrino.